Teatro / Críticas

Teatro / Críticas (208)

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.Oscar WildeLa vida. Sus intrincados caminos. El buscar trascender. Los desafíos que ello implica. Sus resbaladizos senderos suelen traer aparejados moretones en nuestras existencias. Pese a ello o a pesar de ello, seguimos intentando lograr el propósito de nuestros mas anhelados sueños, sean estos los mas quiméricos o terrenales. Mixturado con ello, luchamos para que nuestro latir diario nos lleve a un buen vinculo con aquellos seres que constituyen el delta de nuestra vida.   Lorena (Anabella Bacigaluppo) tiene a su hermano Sergio (Patricio Aramburu), a su vez sera la amante de Javier ( Nahuel Cano) y es la novia de Adrian (Alejandro Hener). A su vez ellos se desdoblaran en Silvia, ex-esposa de Sergio (ambos Padres de Camila), y actual pareja de Javier.    Este racimo de personas son los protagonistas de un "circulo-rectangular" que obliga a los protagonistas a andar chocando por los bordes de estas figuras que los engaña todo el tiempo y los obliga a exorcizar todo el tiempo la multiplicidad de bemoles emocionales. El ir y venir (entra y salir) de cada personaje en frente…
Se dirige desde el mismísimo comienzo como un albatros que cae a toda velocidad hacia el océano. Cuando llega cae como un meteorito impactando y dando como resultado una ola que explota bañando toda la platea. La pregunta que uno se hace ni bien comienza tan descomunal obra artística es si sostendrá su rutilante comienzo que hechiza a todo el recinto. La obra no solo que lo logra sino que aumenta la dimensión del universo yendo por más a lo largo de la obra. Tres personas. Una es un abogado quien llega a pleno campo donde se encuentra con dos personas que tiene el rasgo distintivo de ser rusos que balbucean algo en castellano. La entrada en escena de los tres actores es magistral ya que se centrifuga en ellos un contenido maremoto que ira crescendo durante todo el recorrido de la pieza.   La puesta en escena es proverbial. La estructura edilicia que recrea el mundo campero es admirable. El ecosistema sonoro tiene un logra que vincula y potencia aún más los vínculos entre los tres personajes que tienen un resquebradizo vinculo dando como resultado un fragmentado enlace que como un tobogán va y viene durante todo el desarrollo.…
Impacta por el desparpajo actoral.  Emociona por la viceralidad de los tres actores  la cual es magistral. Imanta la platea con una performance en clave de clown y  logra una profusa cosmovisión en su metafísico andamiaje que transita durante todo el recorrido. El Velorio es una propuesta valiosa y arriesgada.  Tiene una propuesta entre cómica y dramática en cuanto a la “convocatoria” de los tres  personajes a un velorio que traerá un torbellino de sensaciones y un mar de lágrimas  que hablara de la angustia que los gobierna. De todos modos el logro principal de ello radica en la enunciación del tema, más que en la solificación de una dramaturgia que no  logra ratificar lo que todo el tiempo amaga en cada tramo de esta pieza de poco más de 55 minutos de duración. Cada fragmento de esta pieza es tomado por los actores logrando dinamitar el discurso y  hacerlo volar por los aires para darle una mayor dimensión y encarnadura a la de por si  profusa cosmovisión que sugiere el texto en todo su recorrido. Lo que no logra la obra es enlazarse en un determinado momento –cuando lo pide la pieza- es el matrimonio entre la  dramaturgia y la propia acción. Es como ese…
Emanuel “Manu” Goldford es auténtico. Visceral. No se esconde nada. O sí. Lo ha hecho mucho tiempo (quizás) o no. Ello no lo sabemos hasta que oye ese llamado en su contestador. Ese mensaje en su casa de Hamburgo de un profesor llamado Gebard motivara un incendiario, lapidario, lacerante y vomitivo arrebato discursivo en este judío que dirá las cosas por su nombre y nada podrá detenerlo en su verborrágico alegato. Es meticuloso. Preciso. Conjuga ser medido y desmedido al mismo tiempo. Brillante aunque al mismo tiempo se considera un fracasado en su vida. "Manu" desgrana su vida. Comenta y documenta demoliendo el mensaje en su contestador. Le repugna escuchar "ciudadano judío". ¿Porque no simplemente Judío?", se pregunta y exhorta al profesor que ha osado sentirse superior. Que ha tenido el tupe de la solidaridad. De mirar desde arriba. Gerardo Romano compone un personaje escudriñado por el pincel de un orfebre. El texto está metido en su piel. Se agiganta cada concepto en su boca y lo sabe administrar por su aquilatada experiencia,y al mismo tiempo porque tiene unos cimientos tan solidos que dan cabida un relato soberbio. Justamente será la discursividad narradora uno de los grandes aciertos. Cree en…
La habita un desierto que busca desterrar. Su alma esta ajada por una existencia que la agobia. En su prédica exorciza su dolor. Ella es costurera. Treintañera. Esta sola. Además la han llenado de soledad. Su dolor el enturbia mente y espíritu.   Lo pretérito fue un volcán y hoy estalla. En sus palabras hay metáforas, hay poesía y también hay desahogos incendiados de palabras voraces Biolenta es una pieza teatral estupenda coeccionada por una dramaturgia (Carolina Vergara Olivetti) que bate olas que vienen como tsunamis y que en el cuerpo de Renata (María Milesi), logra no solo transmitir con huracana violencia, sino que nos sumerge en el mundo interior de un ser desgarrado.    La composición de María Milesi es prodigiosa. No necesita "meterse en el texto" con el discurrir de la obra. Su ingreso a escena está cargado de una angustia que se denuncia en cada parte de su cuerpo, el cual esta marchitado, dolido y ello se observa en sus andar desganado, en la mecánica de un cuerpo anquilosado por el sopor de vivir lo que experimenta, en su hablar vehemente y por momentos desganado. Dejando literalmente lagrimas de sal en escena. Chapeau.   Renata tiene derechos y…
"Nace la rosa de un grito apuñaleando al dolor y en las guitarras del pueblo regresa a la vida en la voz del cantor". Daniel Altamirano   “Patricio Contreras dice Nicanor Parra” es un huracán poético que canta-dice- con dulzura, pero al mismo tiempo es un grito que alude a la poesía en todo el sentido de la palabra. El show viene prescripto de una dosis de recomendaciones que dan en el blanco una vez que el Amazonas a surgido para luego desembocar en su delta.   El formidable show tiene pertenencia territorial, brava dimensión interior y fiereza en sus llamaradas. Patricio Contreras domina ese potrillo con mucha bravura y lo arroja a la platea con una excelencia a  prueba de balas y juguetea con ello durante todo el recorrido: es solemne por momentos, irónico en otros, comprimiendo todo el magistral relato que administra con aplomo, conmueve a cada instante y subyuga (compra) a toda la platea.   El notable actor Chileno vibra en la espesura de la poesía que recita con un oficio magistral y es dueño de la misma con un arrojo que conmueve.   Nicanor Segundo Parra Sandoval (San Fabián de Alico, 5 de septiembre de 1914) es un…
Claudio Tolcachir es actor, director, docente y dramaturgo. Ha recibido los Premios ACE, Clarín, María Guerrero y Teatro del Mundo, entre otros. Desde 2001 dirige el espacio cultural TIMBRE 4. Sus principales trabajos como dramaturgo son La omisión de la familia Coleman, Tercer cuerpo y El viento en un violín. (·)   En la dramaturgia de este autor existen elementos cercanos a la estética del grotesco. En ella ocupa un lugar central la risa y lo lúdico, que habilitan el distanciamiento y naturalización de situaciones conflictivas y anómalas.   En sus piezas los cuerpos acompañan la desestructuración del lenguaje, de un modo similar a lo que ocurre en el grotesco discepoliano. Esto sucede en La omisión de la Familia Coleman, en cuya primera escena el personaje de Marito golpea a Damián con un almohadón y lo persigue gritando “¡Dami! ¡Dami! Dami!”. El cuerpo, cargado de ansiedad, potencia la incomodidad de un decir enajenado. El pseudónimo reiterado pierde su relación con el referente, se convierte en una suerte de significante nómade: vaga por los recovecos de la escenografía acompañando los recorridos circulares del psicótico. Algo similar ocurre con el jeringozo al que juegan la abuela y Gabi, pero con una diferencia:…
Hechizante. Hipnótica. Existencialista. Alada. Mística. Simpática. Sobria. Cercana. Mágica. Elegante. Acción. Pura acción. Danza sin fin. El alma eclipsada ante el desparpajo visual. Un espectáculo embriagador que relaja la mente, que logra eyectarte a otro espacio y donde tu espíritu se reencuentra contigo mismo.   La primera impresión que recibes en el Club de Trapecista, es que lo que veras esta hecho de mucho amor. Cuando termina la función no se sabe que te llevo pensar ello, pero la realidad está en que la simpatía, la súbita energía, la vibra que ponen en movimiento ni bien llega el público no se detiene hasta el último momento del cautivante show.   ¿De qué va el mismo? Primeramente tiene un concepto. Una idea. Un norte hacia donde va. Una búsqueda e investigación sobre el hombre, su origen, y ese “Ángel” que fuimos (lo explicitan a público), logra rápidamente situarnos que la mística sobrevolara espectáculo. Esa idea la sostendrán en todo el recorrido.   Además rescata lo más antropológico del propio juego del circo: con el trapecio, sogas y el cuerpo en el aire. Imágenes que impactan sin sobrecargarse de las mismas. Música que eleva el alma. María Teresa Ciarla cantando sencillamente impacta.…
Soy Cordobés, como decía en su letra Rodrigo, de modo que todo lo que vaya a decir ahora puede ser usado en mi contra. Aunque si luego de sortear con vista y mente mi escrito deciden ver “Villa Argüello” pueden llevarse una sorpresa mayúscula con esta impecable obra (no con este simple racimo de palabras).   En Baires hay mucho teatro. No descubro nada. Hay muchas propuestas. Búsquedas. Intentos de sorprender y oxigenar lo ya dicho. Algunas obras quedan a medio camino, otras fracasan en su intento, otras salen indemnes y otras brillan por la excelencia con la cual la logran.   “Villa Argüello” es de estas últimas. Logra su cometido por ser arriesgada en su multiplicidad de enfoques para donde se dispara sus puntos de vista. Como agua que virginalmente arrojas esta cobra caminos sorprendentes a casa momento y te desacomoda en mandíbula (risas), mente (mirada local acostumbrada a cierto tipo de registro del teatro off y hasta comercial), cultural (otras palabras, otros signos), en definitiva otro lenguaje en palabras, gestos, puesta en escena y soberbia dirección que lleva al público a un destino final “no anunciado” luego de un recorrido variopinto y notable.   La dramaturgia posee lugares…
Una familia en el campo que tuvo su época de esplendor ahora se abate ante el hastió del hambre. Dos hermanos (Oscar y Jimena) y una prima (Milagros), se preparan para una cena que se avecina como escabrosa en el resbaladizo terreno en el cual ahora sus días transitan. La dramaturgia y puesta de Pablo Iglesias se propone hablar (esta vez) en esa historia lineal y cronológica: de las dificultades del arte, del ritual de la magia, de las vísceras y de la carne.    En la proeza de sacar nutrientes de una res poco consistente Jimena lidia con los aullidos de una perra a punto de parir, mientras Oscar lucha por su abstinencia y Milagros se agobia ante el calor y el hambre del pueblo natal que lo cobija y acecha.    Esta primera parte de la obra transcurre desde un mismo espacio-tiempo, que con la complejidad de la intriga, se desdoblara. La duplicación será narrada desde los mismos personajes que se miraran desde afuera en el recuerdo. Esta idea aumenta la dinámica y el ritmo de la obra mostrando el artificio teatral del que también son presos los personajes de la obra.   En esta intención de hablar…
Va derecho al punto. No es metafórica. No lo necesita. Sus impactos son viscerales. No deja ningún muñeco en pie. “Malditos (todos mis ex)”, tiene su mayor logro en la dramaturgia que expone de manera cruda hechos que hacen a la realidad post-moderna (e imaginario social actual), a la impecable puesta en escena y la colaboración (potenciada) en la cual se entrelazan actuaciones-dirección dando como resultado un obra que “funciona” estupendamente bien de principio a fin.   Una mujer mixtura realidad y fantasía narrando-nos (rompiendo la cuarta pared) su vida.  El recorrido es un festival de momentos dulces, agrios y demás sabores donde conviven su pasado, presente y futuro donde hacen su aparición todos los momentos (de todo tipo y color) que ha sido (es) su vida.   Al compás del relato 3 parejas de actores construyen de modo fragmentado una existencia que tiene como hilo conductor a una mujer que arma y desarma a su antojo las situaciones vividas. Así van componiendo la realidad en grandes trozos que es deglutida como una trituradora de carne por parte de una mujer para no dejar nada sin ser visto y analizado. Todo es crudo, los misiles verborragicos van directos al plexo…
Sentarse a escribir sobre una obra suele ser un rito en el cual memoria, emociones y algo que la obra te ha dejado impreso en tu ser convergen para edificar la crítica periodística. Debo admitir que en este caso es distinto. “Emilia” produjo un fuego volcánico en mi ser. Fui testigo de una obra colosal. Una obra artística con mayúscula, sin maculas, sin fisuras, una soberbia pieza que te invitar a jugar por 90 minutos un juego profuso y luego te lo deja pegado en piel y alma.   Claudio Tolcachir ya es una marca por si sola en el teatro argentino (también lo disfrutan en Europa) y sus trabajos son recibidos con ansias y merecedores de las más elogiosas criticas de público y prensa. De modo que detenernos en hablar de ello, seria no solo ocioso sino que además redundante. Solo decimos que el hombre, para ir directo al grano, no se ha aburguesado con las mieles de tanto éxito. No se anestesio. Sigue repiqueteando con su mente que se transforma en taladro imaginando historias y las escribe con precisión técnica de un Miguel Ángel y las ejecuta aun con la maestría de un Leonardo Da Vinci.   “Emilia”,…
En el garaje de una casa donde viven tres hermanos ya adultos con su anciana madre habitan unas criaturas misteriosas. Son llamadas en diminutivo -por su tamaño y de modo cariñoso- "personitas". ¿Lo son? ¿Existen realmente o las imaginan? El espectador ingresa en ese hogar argentino de los años cuarenta donde Alicia Leloutre utilizó todo el espacio de la sala y lo integró, en sus dos niveles y en sus laterales, en una escenografía donde se mueven los personajes.   Darío Grandinetti, María Onetto y Andrea Garrote interpretan a estos hermanos, anclados en su infancia y en el dolor que causó el abandono de su padre. Son nobles, puros y no están contaminados por el vicio del mundo exterior. Ninguno ha podido salir de esa casa que ha sido siempre su hogar y en esa soledad compartida se dedican de modo generoso a cuidar a estos extraños seres, más desprotegidos aún que ellos mismos. A modo de doble aparece otro personaje, una niña, quien descubre el secreto y encuentra en esa casa calor de hogar y almas semejantes a la suya. Porque "personitas" son esos seres misteriosos, pero también los demás personajes.   Personitas es un texto brillante porque alumbra…
Ocurrente. Bizarra. Inteligente. Enciclopédica. Sibarita. Distinta. Arriesgada. Misteriosa. Poética. Disparatada. Hilarante. Profética. Política. Social. Descarnada. Cruel. Sutil. Brillante. El sagrado teatro off porteño siempre tiene joyas escondidas en sus cofres (salas, salitas, teatros pequeños o esplendidos lugares como Hasta Trilce).   En el límite entre Once y Boedo se encuentra este bellísimo lugar donde cada sábado se presenta “Conurbano I”, estupenda obra que está sustentada en la brillante dramaturgia y dirección de Gonzalo Demaria, en las colosales actuaciones de Daniel Campomenosi y Jorge Priano, (y el buen aporte de Fanny Bianco). La obra logra durante 70 minutos una pieza teatral que des-contractura cuerpo y alma de los presentes con su riesgo quirúrgico y sin anestesia, en su furiosa diatriba y la comicidad que la acompaña en todo momento.   En un departamento del barrio de Palermo (Santa Fe y Humboldt) vive un loco que se cree el Papa (esta obra se escribió un año antes de que Jorge Bergoglio fuera entronizado como el Papa Francisco), y junto a Él está su secretario general que lo sigue en sus estafas. Ambos ocultan en su departamento algo (o a alguien) que será investigado por una oportuna mucama. Allí trama y subtrama se invierten en sus roles…
Metaforica de principio a fin. Subyugante. Un trapecio cuyo viaje te llevo a cumbres animalescas, humanas y otras indescifrables. Sutil, cómica (por instantes) y misteriosamente profunda.   “El Otro”, es una obra filosófica, por lo tanto todo está puesto en duda. Hasta la propia certeza de lo que plantea. Esta pieza dirigida por Gustavo Friendenberg dirigida con gran acierto invita a la reflexión a cada instante, a un paréntesis del linkeo constante de la mente contemporánea. En otros la hilaridad se hace presente. Para nuevamente la metáfora convocarnos con sus juegos de ida y vuelta. Allí la razón se debate con su propio espejo, con su propia razón y multiplicidad de preguntas: ¿Quién soy? ¿Quién es Dios? ¿Somos iguales con tan distintas religiones, creencias y pensamientos? ¿Cómo me constituyo a partir del otro? ¿De dónde vengo?   Una puesta escena sin elementos. Seis actrices con un ropaje a lo “Cirque du Soleil”. Cuerpos animalescos que se conectan por su propio baile. Una música que remite a la sonoridad donde se mezcla universo, pachamama y misticismo. Sin palabras. Cuando esta se hace presente lo hace con fonemas inconexos. Luego la palabra se hace presente para tomar un lugar común y comenzar…
Puede que el lugar que estés buscando en tu vida este en el lugar exactamente contrario hacia el cual ahora te diriges. Así reza un refrán de la sabiduría sufí. Al ingresar a la sala del Becket puede que si has llegado desprovisto de una breve reseña de la obra que veras, la puesta te engatuse y te "deposite" en el lugar contrario hacia el dúctil huracán por el cual será arrasado en los siguientes 55 minutos.   "Fuera" es una obra que te "incomoda" ni bien comienza. Sus códigos configuran un mar de sensaciones que comienzan poco a poco pero sin fin de continuidad a relajarte y a descomprimirte. La solemne y "oscura " y melancólica puesta rápidamente comenzara a disiparse.   Es que María Peligro (Leticia Vetrano), se encargara de ir construyendo un lazo con el público verdaderamente admirable.   Lo que impacta de esta propuesta artística no es solo que no hay un solo fonema reproducido en todo su recorrido, sino que es el lenguaje corporal el que se encarga de guiarnos como faro en cual mar.   María Peligro celebra su cumpleaños y está dispuesta a dejar atrás su encorsetada vida. La rigurosidad con la cual…
Del tiempo, de la existencia, de la permanencia y de la finitud de eso trata esta obra conceptual realizada por Cecilia Blanco, Javier Drolas, Agustín Repetto y Fernando Tur llamada “Entre”.    Esta obra, en perfecto tiempo interno, adopta una estructura musical para realizar cada uno de sus movimientos al ritmo del country, que resuena en el ambiente y sitúa la obra en un espacio imaginariamente texano. Ese espacio está amparado en el vestuario, en los movimientos de los actores y en la estética en madera de toda la puesta.   La puesta se resignifica con el paso de micro núcleos que comienzan o finalizan con el cambio de la escenografía (paneles de maderas de diversos tamaños que se articulan), así nos sitúa en un desierto, en la estructura de un reloj, en un posible bar, en un cuarto, en el campo, en espacios indefinidos bajo el amparo de personajes indeterminados pero en un continuo transcurrir que descansa en matices o en específicos momentos de detención. A esa dilación se le suman breves silencios que no hacen más que formar parte del mismo universo que crea la propuesta. El silencio es parte de la música.    La obra oscurece las…
Como si el tiempo se hubiera detenido. Como si no avanzara. O como si al caminar siempre lo llevara a permanecer en el mismo lugar. Así está él, Luis Arismundi (Facundo Cardosi). Como ingrávido. Como anestesiado. Como atornillado un pasado que le marca la cancha en el presente. Su amor se ha marchado al más allá. Ella, Silvia, (Estefanía Alfieri) ha muerto literalmente, con lo cual todo ha cambiado para peor.   El comanda una nave que no tiene destino fijo. Su empresa de aluminio lleva 6 meses de duelo y nada parece modificarse (aparentemente) en el horizonte.  Sus muchos empleados están todos por igual marcados por la misma huella política que los define como seres que no solo que no quieran marcharse de un empresa que bordea la ruina (y la rutina), sino que son tironeadas (al igual que por el viudo), por esa presencia ausente de Silvia que esta anquilosando a toda una empresa.   Los sub-grupos compiten entre sí. Cada uno trata de sacar ventajas de cada situación de desconcierto (de las muchas que tiene la historia), y que la obra logra narrar de manera admirable en sus múltiples ramificaciones.   "El cadáver de un recuerdo enterrado…

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