Cine / Críticas

Cine / Críticas (175)

Hace unos meses, cuando se estrenó, tuve la suerte de ver “Mama”, de Andrés Muschietti. Co-producción española/canadiense, “Mama” es antes que nada un muy buen film de terror. Hace unas semanas, porque me lo debía, me puse a ver “La Noche del Demonio” (de aquí en más “Insidious”), film de terror de James Wan. Me gustó tanto que al pasar unos días lo vi de nuevo y me di cuenta: esto es algo distinto. Ojo que “Mama” también lo es, pero esta nota habla de “El Conjuro”, que además de ser lo nuevo de Wan y uno de los mejores títulos del año -que todavía está en cartel-, es una excelente película de terror; que revisa y trabaja todas las aristas –buenas y malas- del género, aporta otras y, en suma, lo planta en un mejor lugar de cara a lo que viene. De todos modos se me hace que películas como “El Conjuro” no las vamos a encontrar muy seguido. Probablemente así sea mejor. Despliego algunas categorías para orientar y hacer más amena la lectura mientras detallo las claves de la película (no se alarmen, no hay spoilers).   El cine de terror autoconsciente. En “El Conjuro” el director…
No es sencillo hacer una “para toda la familia”, como le dicen. Debe ser por eso que, fuera del cine de animación, encontrar propuestas atractivas en este apartado se vuelve cada vez más complicado. ¿Será que la tentación del exceso está a la vuelta de la esquina? Aquí el diseño de producción tiene el espíritu y la empalagosidad de la fábrica de chocolate de Willy Wonka que llevó al cine Tim Burton. A la vez, el protagonista David Mazouz (Ivan, el ‘inventor’ del título) tiene la predisposición a la sorpresa que caracterizó a Freddie Highmore en su comienzos y, en un film en el que los problemas no son actorales, desde su labor hasta el torpe y malévolo Morodian de Joseph Fiennes, todos comprendieron el tono del relato: una aventura fantástica donde el valor y la motivación, la voluntad para seguir, son fundamentales. Esto se transmite en las expresiones de un elenco que –si les digo que esto puede percibirse en un doblaje, es porque es cierto- se puso la camiseta.    “El inventor de juegos” es una fantasía sobre un niño que debe recuperar su verdadero lugar en el mundo. Un mundo que aparece distinto al que conocemos y…
Un par de cuestiones. “Amar es bendito” empieza bien. Parece teatro filmado pero los diálogos están ajustados, los personajes son verosímiles y queribles. La dinámica de las dos protagonistas contiene una película: el contrapunto de personalidades, el dolor y la alegría bajo un mismo techo, aún cuando se habla de terceros que no están en pantalla. Incluso, por lo despojado de la puesta en escena, el film tiene ecos de drama intimista.    Sin embargo, cuando se introducen otros jugadores este componente se diluye. Las protagonistas son tan adorables que mantienen el relato a flore, pero en el transcurso hay una serie de elementos que no funcionan. Los actores que van apareciendo están más descuidados desde la dirección y no le aportan a “Amar es bendito” el ritmo que la película pretende. Es que una vez que dos nuevos personajes se introducen, se intenta ir hacia las formas de la comedia de enredos, con cruces constantes entre los jugadores. Pero se trata de una repetición de encuentros que francamente termina por cansar.    En este punto, si la película de veras no pretendía ser cómica, tampoco llega a convencer el elemento dramático porque se pierde la verosimilitud. Desde el lugar…
La historia es floja, el nudo emocional es débil, los personajes son superficiales y no sólo porque disfrutan los autos y la velocidad; las escenas no permiten un desarrollo y un lucimiento mayor que el deben cumplir para la trama. Los famosos “personajes accesorio”, por ponerles un nombre: un héroe rebelde y con todas las de perder; un malo demasiado malo; los ‘sidekicks’ como comic relief, generando algunas –tibias- risas; y el interés romántico. Hay detalles de la trama que no cierran aunque el final se vea venir desde la primera escena. Si les cuento algo, les conté todo. Si ven el trailer, se encontrarán con una voz en off arbitraria que plantea cosas que en la película no aparecen de esa misma forma. Una operación extraña y descuidada de la producción del film.    Así las cosas, “Need For Speed” llega bañada de una calidez irresistible. El brillo de sus protagonistas y el impacto visual del paisaje que recorren en su aventura vuelven irrechazable lo que se ha repetido hasta el hartazgo. Es un viaje que no nos hace saltar de la butaca pero tampoco nos desdibuja la sonrisa. Técnicamente, el planteo visual de las persecuciones y las carreras…
Lucía y Manuel no están bien. El plano se abre, se cierra; el resultado es el mismo: la distancia. Eso es parte del planteo visual de la película, que no es lo que uno espera, y tomo ambas cosas prestadas para alejarme de ciertos requerimientos generales de las críticas de cine. Hoy voy a escribir en clave negativa. ¿Qué estoy diciendo? Que va a resultar más fácil hablar de lo que “Aire Libre” no tiene. Como tantos otros films del cine nacional de los últimos años –y como en las obras anteriores de Berneri- no hay aquí un género inmediatamente reconocible o una línea narrativa sencilla de seguir, no hay grandes estruendos. No pueden disimularse estas características que, en algún lugar de la crítica y el público, siguen identificándose con la imposibilidad de calificar una película así como ‘buena’. Personalmente difiero, como sé que lo hará mucha gente que encontrará “Aire Libre” tan excelente como yo.    Si seguimos en la clave negativa, es justo señalar que el film tampoco tiene fisuras. Es más, está impregnado por un aire –tal y como reza su título- sumamente libre. En esa ecuación por supuesto que su directora sabe que sale en búsqueda…
Algunas cuestiones sobre las cuáles no tengo certeza: ¿por qué una película de Lego®, así, con marca registrada y todo)? No sé cuál es la popularidad de las piezas de construcción hoy en día pero entiendo que lo que significaban para mí y lo que deberían seguir significando es lo que esta película intenta transmitir. Algunas certezas importantes por otro lado: el nivel de lectura es distinto aquí al de “Toy Story”. Estos juguetes no son conscientes de la existencia del mundo real y son producto de la creatividad y voluntades de quien juegue con ellos. Y son realmente pequeños, pero eso no elimina el hecho fundamental que se desprende de la mente de un niño que tiene estos Legos® en frente: todo es posible. Los niños también registran su realidad, creen en los sueños y en las historias increíbles, como la aventura sin igual que cuenta el film.    Se podrá decir que todo el despliegue creativo y visual de la hora y media de esta película se encuentra en la secuencia inicial de “Toy Story 3”, pero se debe tener en cuenta una diferencia. El plus intelectual y de raciocinio, que Pixar hace años le sumó al cine…
Hay comedias que se quedan y comedias que van más allá. Durante la última década, la Nueva Comedia Americana se caracterizó por promover un tipo de vínculo entre personajes masculinos. Centrándose en el amor –no literalmente de hermanos- fraternal (“bromance”) y con la dificultad de madurar como idea matriz, grandes películas ilustraron la pantalla siendo sumamente atractivas para una gama amplia de audiencias: de la adolescencia a la adultez; de “Supercool” a “Drillbit Taylor”. Eso es ir ‘más allá’: construir una visión cómica del mundo con un diferencial.    No estamos –espero- ni cerca del final de esta tendencia. El año pasado nomás Seth Rogen nos trajo “Este es el fin”; nada menos que el cierre inteligente de una etapa (la etapa Apatow) y la apertura de un universo (dentro de otro) con voz propia. El lugar de Nicholas Stoller (director de la película que hoy reseño) en todo este menjunje de nombres está todavía por descifrarse. Yo siempre le otorgué una pertenencia media y, para entender mejor esto, lo empariento con Jason Segel. Segel escribió el primer film de Stoller, “Forgetting Sarah Marshall” (2008), que supuso un comienzo dentro de la familia (la familia Apatow), pero luego ambos pusieron…
Es innegable que entre tanto refrito y vuelta a lo mismo, una propuesta como la de “Maléfica” es, como mínimo, bienvenida. Tenemos cierta idea establecida de La Bella Durmiente como relato y Disney propone que miremos con otros ojos; que escuchemos otra historia. Eso no implica que por ensayar una vuelta de tuerca se deje de contar un cuento de hadas. Entonces, tenemos un ‘no cuento de hadas’ (si nos apegamos a lo que esa definición suele dar a entender en un nivel general) como solo Disney sabe llevarlo a la pantalla y con lo que se podría esperar de una superproducción de Disney hoy día: prolijidad absoluta, música espléndida y evocativa (cortesía del gran James Newton-Howard) y el atractivo del 3D.   Sin ánimo de comparar, cuando se trata de árboles gigantes y criaturas que vuelan por los cielos en 3D, “Avatar” sigue apareciendo como insuperable. Por otro lado –y aunque jamás me hubiese imaginado escribiendo tal defensa del film de James Cameron-, la perfección visual atenta aquí contra la (si se quiere) sensibilidad de los personajes. Por más fría y calculadora que sea la Maléfica de Angelina Jolie, resulta irónica, en contraposición, la humanidad de los seres de…
Hay mujeres que no sé si te las cruzás en la calle, así al natural, no sé qué te pasa si te las encontrás así, pero que en una pantalla de cine son una visión (esa palabra y lo que quiero que signifique sonarían mucho mejor en inglés). Además, el cine mismo sabe de estas cosas y se las arregla para darnos el gusto. Hay un plano de Emily Blunt en el film que se repite tres veces. No está en una posición del todo llamativa y tiene demasiada ropa, pero todo esto que intento explicar entra a jugar y les juro que la imagen te vuela la cabeza. Y ni siquiera está sonriendo. Emily es la de los personajes serios, ariscos, fuertes. Hay que remar toda la película para sacarle una sonrisa.    A mi parecer no todo funciona bien en “Al filo del mañana” y es por eso que no es en vano la introducción levemente babosa. El público necesita esperar una sonrisa, un cruce de miradas; más si el destino del mundo está en manos de la cruzada de un hombre y una mujer. Él es Tom Cruise, y la historia es esa: el mundo se termina…
Me encontré con una película sumamente extraña. De título finalmente incomprensible, arma una historia sólida e intrigante que puede tener al espectador comiéndose las uñas. Una deuda saldada mágicamente; un trabajo en apariencia legal que comienza a dar señales de turbiedad. Claro, algo tan soñado nunca puede ser tan transparente. Está el protagonista solo, casi no habla y sin embargo nos transmite un sinfín de emociones. Nos quedamos con él porque Jeremie Renier -de look muy Gael García Bernal- sostiene una criatura con contradicciones pero de buen corazón. Los lazos afectivos son escasos: su hija, y algún otro pariente que el film nos presenta en su justa dosificación de información.    Hay otros detalles que no les quiero contar porque no puedo dejar de resaltar que durante su primera hora el film parece recordarnos la importancia del misterio, cruzada con la habilidad detectivesca de observación; casi como si fuese un homenaje a lo que suele llamarse McGuffin, o algo parecido. Es mucho tiempo de metraje y es lógico que pensemos que por ahí va la cosa.   Lo que arruina la película es que en cada oportunidad que tiene de acercarse a la verdad de la milanesa, al meollo del…
Está bueno que el espectador pueda leer la sinopsis de los films en los festivales. De algo se tiene que agarrar para elegir las películas que verá. A mí me gusta entrar lo más vació de información que se pueda al cine ya que creo que cualquier forma de expresión artística debe lograr condensar en su producto final todo aquello que quiere transmitir.    Lo bueno de “El futuro” es, si vamos a rescatarle algo, su claridad de expresión. Esto quiere decir que leyendo o no su sinopsis, es posible para cualquier espectador entender su tesis. Se trata de un planteo válido y está puesto en escena con las herramientas que su director consideró más idóneas para darle forma. Dicho esto, es necesario advertir que se trata de un film experimental en un amplio sentido. Un sistema de prueba y error, una repetición ‘loopeada’ de recursos que aunque justificada por lo que se quiere contar, es de un amateurismo casi alarmante y puede resultar una suerte de broma.    Cualquier espectador entrenado en cine independiente tolerará “El futuro” ya que su mayor problema no es su desmedida “experimentalidad”. En todo caso se trata –como decía Nicolás Prividera en “Tres D”,…
Reichardt nos lleva a un universo arisco, de paso lento, silencios largos y miradas sospechosas. Se anima con un ‘film noir’ pero de tinte medioambiental. Poco se dice y mucho hay que descifrar, pero el centro del relato es un “trabajo”. No es un ‘último’ trabajo pero bien podría serlo y los protagonistas lo plantean como algo decisivo; un antes y un después. En este lugar, el de la inversión o reconfiguración de una estructura dramática reconocible, el trabajo de guión de la directora y su compañero Jonathan Raymond es refrescante. No es algo tan distinto a lo que hizo ella en su film anterior, sólo que allí había partido desde el western.   El film tiene la amable virtud de no abusar de los momentos esperados. Digamos que cada lugar de una historia así (un ‘film noir’ de corte ambientalista y, agreguemos, en tono menor depresivo) debería visitar se presenta en pantalla pero desarrollándose sin vueltas y con un regodeo formal distintivo. Siempre hay un plano, una idea visual que quiebra la norma. Creo que sobre el final las cosas se apresuran un poco, y no sé si la culpa es de la directora o de su actor principal…
Se trata de una película en la que los vencedores son los actores, pero no por ellos mismos sino por la convicción del proyecto a nivel general. Cruce entre documental y ficción que se instala en el festival de cine de Cosquín como marco, “Tres D” propone un cine con juego, que se interesa genuinamente por todo lo que ve. En ese sentido, aunque se perciba la influencia de un guión sobrevolándolo todo (nada muy distinto a lo que plantea Gustavo Fontán en pantalla cuando lo entrevistan; si se presta atención, se puede ver cómo el film dialoga en acuerdo y de a ratos desacuerdo con todos sus testimonios), estamos ante una película que apuesta al descubrimiento en cada plano.   Ficción documental al fin, pero con los ojos bien abiertos en ambos registros. Es así que vemos escenas que parecen haberse alargado y momentos documentales que podrían haber quedado afuera pero entraron en el corte final. Estas son mis percepciones personales, pero no cabe duda que “Tres D” es siempre más una obra en proceso que algo acabado; y teniendo en cuenta esto, me animo a proponer dos ideas que no sé cuánto se posarán en las visiones de…
“La corporación” se sabe y se asume de género, y de género clásico. Su encanto en principio está en no definir qué genero, sino más una atmósfera que envuelve a los géneros cinematográficos; un clima, una conciencia de los arquetipos que definen personajes y resoluciones. De hecho, son esos lugares los que sostienen esta película de Fabián Forte que navega en un terreno de imprecisión. ¿Qué tipo de empresa tiene Mentor, el protagonista? ¿Qué hacen los que trabajan allí? ¿Qué negocio están por concretar? ¿Y Luz? ¿Por qué hace eso de su vida?    Podrá parecer que el film se encarga de atar algunos de estos cabos sueltos, pero es lo otro –los géneros- lo que la película trabaja con dominio. Allí emerge el misterio que envuelve a la historia: una pequeña dosis de ciencia y un componente romántico de lo más particular. Incluso en ciertas escenas la película cobra aires de thriller. Hay referentes directos, sí. “The Game” (David Fincher), algo de Andrew Niccol. Eso es lo que se necesita para contar esta historia, para justificar sus ocurrencias más extremas y mantener el interés hasta el final.    El comienzo es una secuencia de títulos tipo “Crímenes de Oxford”…
Es difícil sentarse a ver los platos fuertes de la temporada hollywoodense; saber que un film está en cierto modo fabricado para los premios pero es además un film como tantos otros. No se si las intenciones del director Denis Villenueve contemplaron el aire ‘oscarizable’ que sobrevuela en “La Sospecha”, pero es un factor a tener en cuenta. Hay de hecho películas que exceden este tipo de consideración y son aquellas que se quedan con los apartados técnicos sin lograr al menos menciones como “Mejor Película”. Se me ocurre “El gran pez”.   Se desprende de aquí que todo lo que tiene que ver con premios es tema delicado. Se ha hablado muchas veces de la maldición del Oscar, considerando por ejemplo los casos de Jennifer Connelly y Cuba Gooding Jr, dos intérpretes que luego de llevarse una estatuilla por actuación de reparto tuvieron largos años de malas elecciones de proyectos y poco reconocimiento. No estoy tan de acuerdo con lo de Gooding Jr pero lo hablamos otro día. ¿A Terrence Howard lo conocen? A él lo persigue la maldición de la nominación. Cuando a comienzos de la década anterior hizo un doblete perfecto con “Crash” y “Hustle & Flow”…
Hay una reflexión central en “Omisión” que trasciende su llegada a los cines como nueva muestra de cine de género nacional, con estrellas y producción apabullante. La película pone en contradicción las elecciones éticas con la formación profesional; un corrimiento que tiene que ver con lo que cada persona hace con su vida desde el lugar que le toca tomando en cuenta la diferencia entre lo justo y lo debido. Menuda propuesta la de un film que se para fuerte y que con este eje temático, emparentado con un contexto religioso, se convierte en objeto de interés automático.   ¿Qué hay en “Omisión” más allá de este componente? Eso que decía: una película de género -un thriller con tintes policiales en este caso, sobre un cura que vuelve a su barrio luego de muchos años y un hombre en el confesionario le revela una serie de asesinatos que cometerá-, hecha y tratada sin dudas con los instrumentos del cine pero que por los actores y por su formato capitular se siente televisiva. El protagónico recae en Gonzalo Heredia, un actor que no parece encontrar la redención aunque trabajo no le falté. La tele lo condenó –interpretemos el verbo con ambigüedad-…
A veces tiene que llegar una película para que otra florezca en el recuerdo. Me pasó mucho este año con “El secreto de sus ojos”. La obra maestra de Campanella es una película de género, clásica, con mucha ambición. Terminó por ser una gran experiencia, más para todos los que pudieron verla en cine, pero lo cierto es que la película se vuelve única cuando vemos otras que nos recuerdan sus virtudes. En “Un paraíso para los malditos”, Marcial (Joaquín Furriel, muy lejos de sus últimos grandes trabajos en teatro y su “Turco” en “Sos mi hombre”) decide adoptar la vida de otra persona y sus razones no son claras aunque luego pueda esbozarse una interpretación. Lo que sí está claro es lo que la película quiere ser.   No vale que por ser una película de género y de recursos clásicos nos permitamos ser menos críticos con sus obvias intenciones o sus lugares más comunes. ¿Se acuerdan de “Todos tenemos un plan”? Así, de título largo como esta. Estaba Viggo Mortensen, Soledad Villamil, Daniel Fanego, Sofía Gala (lo mejor del film) y una envidiable producción que se fue a filmar al Delta. Ahora que recuerdo, al igual que esta,…
Cuando se trata de interceder activamente en cuestiones políticas, tiendo a pensar que de la reflexión y discusión a la participación concreta hay un paso que tiene que ver con la vivencia personal. Somos un país muy político, nos guste o no; con una juventud muy politizada, para bien o para mal. Las tomas de colegios secundarios en los últimos años son el reflejo de una concientización que comienza naturalmente en la escuela. Allí hay que ver qué chicos internalizan verdaderamente ese espíritu de lucha, quiénes lo cargaban desde antes y cómo le darán uso en el futuro. El resto tomará otras posiciones. Como expresan algunos alumnos en un momento del film: “Somos estudiantes, venimos a estudiar. Punto.” La militancia estudiantil no se lleva muy bien con este problemático argumento, pero no deja de ser muchas veces el de una gran parte del cuerpo estudiantil. Esta semana tomaron la Facultad de Ciencias Sociales en una asamblea que contó con la presencia de una cantidad muy poco representativa del estudiantado.    “La Toma”, entre otras cosas, expone conscientemente la delicadeza de la militancia juvenil, los pros y los contras allí de la retórica, de hacer política en un nivel general pero…

Information

All images are for demonstration purpose only. You will get the demo images with the QuickStart pack.

Also, all the demo images are collected from Unsplash. If you want to use those, you may need to provide necessary credits. Please visit Unsplash for details.