Cine / Críticas

Cine / Críticas (175)

Esto ya le había pasado a Christopher Nolan en “El Origen”, lo de contar una historia que ponía en evidencia sus limitaciones como autor y por lo tanto, como director. Sus ideas de guión, cuando superan el nivel de ambición promedio que maneja, necesitan de un acompañamiento visual y técnico total y su película se empasta. Todo se muestra mientras se cuenta, no hay lugar para el misterio y lo que está sucediendo debe ‘cerrarle’ al espectador, a quien Nolan no le deja escapatoria, amplificándoselo en la cara: con la música, con la emoción, con el trabajo de los actores (es sorprendente ver actores medidos y de perfil bajo como Matthew McConaughey y Jessica Chastain en una cruzada sentimental que, den tan premeditada, termina por amputar sus dotes interpretativos). Esta debilidad encuentra en “Interestelar” su punto máximo en un momento -llamémoslo ‘el de la biblioteca sobre el final’- que precisa inevitablemente de la comprensión del público, y lo que hace el director es servírselo en bandeja, sin consideración de lo anteriormente acontecido y revelando la arbitrariedad de gran parte de la trama.    “Interestelar” no tiene en principio nada que ver con las temáticas que Nolan filmó antes, pero sí…
No voy a hacerme el especial, pero hago canciones y terminar de componer una es para mí una sensación cercana a la del orgasmo. Estoy siendo subjetivo, y desde este lugar me atrevo a decir que John Carney logró producir algo semejante  cuando Chico y Chica tocaban “Falling Slowly” en aquella tienda de música. 7 años después, el director nos sitúa en New York, ciudad en la que su “Once” se volvió un suceso teatral, ganando el premio Tony a mejor musical.    Carney no reniega de su lugar actual; sabe que en Hollywood las cosas se hacen distinto y lo deja en claro en la segunda conversación que tienen Dan (Mark Ruffalo) y Gretta (Keira Knightley). “Podés mantener la autenticidad, pero de alguna forma tenés que lograr que la gente venga a verte para que a partir de allí la música haga su trabajo”, le dice él. Y podríamos aplicar dicha lectura a la película: “traelos a Ruffalo y a Knightley si igual vas a complacernos con un orgasmo (o algo parecido: usted lo llama como quiera, pero no se atreva a negar su magia)”, que es más o menos lo que acontece cinco minutos antes de esa conversación.…
“En el tornado” es una película que presenta sus atractivos desde su temática (los tornados) o desde el género (cine catástrofe) si se quiere, no desde sus actores. Sin embargo tiene buenos actores. Los tres protagonistas adultos –trabajadores esencialmente de la pantalla chica- nunca vieron su nombre en un póster, en letras grandes, y es por eso que entienden la importancia de defender con uñas y dientes papeles como los que esta vez les tocaron en suerte. (La bella) Sarah Wayne Callies, Matt Walsh y Richard Armitage: lo hicieron bien, más no será esta la película que les permita dejar una huella en el cine.   Tornados dijimos. Eso sí lo recordaremos, si ya no lo deja lo suficientemente claro el título del film. Por lo demás, la historia es irrelevante, porque el guión (John Swetnam, de pocos créditos anteriores) y el director (Steven Quale, de pocos créditos anteriores) así deciden que lo sea. Por un lado, un cazatornados y su equipo documental, conformado por un asustadizo joven y una madre soltera y trabajadora, esperando filmar la mayor tormenta de la historia. En el medio, desperdigados, los dos ‘comic reliefs’ menos graciosos del año. Por otro lado, dos hermanos que…
La India es fascinante. Nunca estuve allí, pero el cine de Hollywood me la ha presentado una y otra vez. Las tramas cambian, aunque lo que queda intacto es el componente mágico que viene con lo exótico del lugar. Y cuidado, que con Francia sucede algo similar, pero cabría aventurar que sólo la exoticidad de uno de estos países es a prueba de balas. “Una aventura extraordinaria” no fue hace nada; “Slumdog Millionaire” ni tanto. Este año tuvimos “Un golpe de talento” y yo escribí sobre el manual del éxito y la fórmula bien llevada a cabo. Había algo de trazo grueso en los estereotipos étnicos, pero la frescura de los protagonistas y la solvencia de los secundarios menguaban la falencia. Además, películas como esa tienen la dosis justa de emoción.   Pero Lasse Hallstrom…no podemos pretender que no hay una ‘marca Lasse Hallstrom’ en Hollywood, y allí donde los demás se detienen en la eficacia, el sueco aprieta el tornillo en busca de la emoción. No importa si el film ya llegó a su pico emotivo, para él siempre hay algo más que vale la posibilidad de una lágrima. No es una crítica negativa. Sus herramientas son nobles, y…
No todos los actores jóvenes de Hollywood actúan bien, y no todo el que sorprende alguna vez es capaz de sostener un alto nivel. Son varias las circunstancias que juegan para analizar esto, pero el talento es la clave salvadora. Sobre Chloe (Grace, siempre me olvido) Moretz, cuando “Hugo”, escribí –y me estoy citando-: “Ella es "the real deal". Su mirada transmite muchísimo y todo el tiempo tiene la inteligencia de que su presencia en un plano nos revele que no está para la joda”. Dos años anos después, hoy lo repito al ver que puede sostener una película ella solita. Esto es, hacerla digerible, que podamos terminar de verla.   Es que “Si decido quedarme” es una suerte de calvario: maneja con justa sobriedad el primer impacto dramático (que es el accidente automovilístico que pone a la protagonista en un estado entre la vida y la muerte para que pueda decidirse por una de las dos…no es ‘spoiler’ porque está en el trailer) y luego desborda constantemente. Clip tras clip, flashback tras flashback, el montaje frenético y la banda sonora en la escamoteada escena de sexo (“Halo” de Beyoncé en versión acústica, aunque los personajes no tengan nada que…
Te quedás maquinando, digámoslo coloquialmente. El planteo es claro y universal: todos podemos perder el control; todos tenemos una fiera que espera salir. Lo salvaje habita en nuestra naturaleza y estos relatos ilustran esta condición a la perfección, pero la pregunta de fondo es cómo algo en apariencia tan obvio se calza el traje de la grandeza (que, digámoslo también, le queda de pelos). Ahí es donde uno entiende que Damián Szifrón, aunque sin estrenar un film durante largo rato, ha estado encima del panorama del cine nacional y su proyección/crecimiento como pocos realizadores pueden jactarse de hacerlo. No olvidemos en esta ecuación que Damián es un hombre comercial; un artista, claro, pero un entretenedor de grandes públicos también.   Desde este señalamiento, el casting de “Relatos salvajes” es un trabajo milimétrico que va de las figuras que mejor entienden la cámara (qué interesante hubiese sido verlo a Francella aquí) hasta nombres clave del panorama independiente reciente (poner a Germán De Silva como casero no es arbitrario). Todos precisos, todos concentrados (con esto último me refiero a que están focalizados en su trabajo, pero también lo digo porque la película delimita muy bien el tiempo y el espacio de cada…
Escribiendo sobre “Blue Jasmine” recordé lo desaprovechada que está Rachel McAdams en “Medianoche en París”. Dueña de una belleza clásica y de una sonrisa de múltiples matices, McAdams nació para interpretar a “esa mujer que te cambia la vida”; y ese es el papel que le toca en “Cuestión de tiempo”. El nuevo film de Richard Curtis es uno de los mejores estrenos del año y a mí me desliza dos recordatorios principales que hago extensivos: a) La comedia romántica puede ser genial; de hecho, lo es cada vez que Curtis dirige la batuta; y b) En consecuencia, luego de ver esto es necesario revisar su obra para revalorizarla y engrandecer esta película aún más.    “Cuestión de tiempo” es sin duda la película más madura del director. Para no ponerle tanto peso a esta expresión, es justo decir que en esencia se trata de una historia de amor más (chico conoce a chica, se da cuenta que es el amor de su vida y aprovecha la capacidad que tiene de viajar en el tiempo para asegurarse de pasar el resto de sus días a su lado), que puede que Curtis no esperara que le saliera así de bien y…
“Sigue el procedimiento, y no fallarás”. Así debe rezar algún mandamiento sobre la eficacia cinematográfica que los encargados de este film seguramente tomaron en cuenta antes de poner manos a la obra. “Un Golpe de talento” dista de ser perfecta, pero se posa sobre un género que suele ser infalible; y tiene el plus de la magia de Disney. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vi “Angels”, con Christopher Lloyd cuidando a los beisbolistas desde el cielo. ¿Algo más reciente e igual de conmovedor? “Moneyball”. El misterio con el béisbol permanece: no lo entendemos (yo viví en Venezuela, estuve en un campo, como parte del público viendo partidos…créanme, es chino) pero el cine nos lo acerca desde el irresistible lugar del “underdog”. Más o menos conocido, regresando a las canchas o recientemente descubierto, siempre hay un Rocky Balboa listo para que lo alentemos, y eso permite que las tramas se desdoblen y que el espectador deposite una dosis de esperanza en múltiples sitios.    En “Un Golpe de talento” los condimentos son muchos: hay negocios, romance, diferencias culturales (el film cuenta la historia –real- de dos jóvenes hindúes que fueron llevados a USA a jugar béisbol tras…
Primera cuestión a señalar: interesante decisión comercial estrenar una película nacional en la semana de comienzo del BAFICI. Veremos cómo le va a esto que a fin de cuentas es un vistazo. “Betibú” es un vistazo a un género que con liviandad de hace de las mejores herramientas para contar su historia: protagonistas y secundarios magnéticos y una intriga que se sostiene hasta el final aunque la recompensa no sea tan satisfactoria (quiero decir que, para ser ‘una de misterio’, deja mucho que desear; pesa mucho la necesidad de un final descollante y no se da de esa forma). La estrella es Mercedes Morán –siempre firme, ni un gesto de más- y su Nurit (Betibú es el apodo, con una explicación que se hace esperar y tampoco deslumbra) es el centro del relato, que la va de un asesinato y su resolución. No hay mucho más que eso, en otra muestra del síndrome ‘episódico’ que el año anterior trajo “Séptimo”.    Aunque se hurgue en el pasado, la narración se siente efímera. “Tesis de un homicidio”, por traer un ejemplo, tenía una complejidad aparte y una profundidad en el trabajo de los personajes que sostenía la historia, sin que pareciese…
¿De cuántas formas puede llevarse a la pantalla un hecho bíblico? Solemos tomar las historias de la biblia como algo dado. Se han retomado tantas veces, simplificándose a su mínima expresión, y si no somos estudiosos de la cuestión tenemos en la cabeza trazos muy gruesos. Esto vale tanto para la vida de Jesús como en el caso de Noé y su arca. Y digo esto porque el último film de Darren Aronofsky tiene algo de la osadía que tuvo el acercamiento que Mel Gibson hizo con “La pasión”. No se trata de una puesta tan gráfica y literal; Aronofsky se ve más seducido por lo alegórico y onírico –lo que explica algunas de las libertades que se toma respecto del texto original- pero el relato está trabajado con suma seriedad. Cabría preguntarse si con demasiada.    El elenco, soñado, tiene a Russell Crowe como Noé, una Jennifer Connelly que se luce mucho y aportes de lujo de Anthony Hopkins, Ray Winstone, Logan Lerman y Emma Watson. Los dos jóvenes actores -superestrellas para su corta edad- vienen de compartir cartel en “Las ventajas de ser invisible”, donde los papeles les calzaban perfecto. Personalmente, no los hubiese imaginado atacando tal grado…
Nos encontramos ante el primer drama de Jason Reitman, y no es que el director no haya filmado temáticas serias, sino que siempre se tomó las cosas con soltura y el terreno de “Aires de esperanza” es pesado. Hay una mujer sola y deprimida (Kate Winslet) con su pequeño hijo (Gattlin Griffith) hasta que de pronto irrumpe en su vida un fugitivo de la cárcel (Josh Brolin). Una vez más, el trailer engaña. Esta no es sólo una historia de amor y aunque el final endulce un poco las cosas, Reitman logra no juzgar a ninguno de sus personajes. No nos obliga a ponerlos en tal o cual lugar y es el público el que dará su opinión en un film que transita un dilema moral.    Lo que perjudica a la película es lo que debe entregar Reitman a cambio. La soltura le trajo al director la ausencia del subrayado; la facilidad para esquivar lo literal. Podríamos atribuir esta cualidad a los ingeniosos guiones de Diablo Cody (“Juno”, “Young Adult”) que tan bien supo filmar, pero “Aires de esperanza” no es la primer adaptación que Reitman hace de una novela. En “Up in the air” manejó un tono predominantemente…
Hay cosas importantes que se desprenden de ver “El misterio de la felicidad”, y lo digo para hacerle verdadera justicia a su realizador. Estaría bueno pensar que hablamos de un improvisado, de un director primerizo como tantos que de vez en cuando realizan su ópera prima con un elenco de lujo. Pero estamos ante un film de Daniel Burman, y algo previo hay aquí. Burman escribe y dirige, y con los años ha demostrado el justo conocimiento de cualquier rango etáreo. Esta vez se sitúa en personajes de cincuenta y pico, y aunque la película debería impactar más a quienes tienen esa edad, la resonancia es clara. Puede parecer una obra cómica, pero es agridulce, y lo bueno de un director que piensa sus películas es que esta ambigüedad no genera ruido. No sucede como con Marcos Carnevale, que en “Corazón de León” no se jugaba por ninguna de las dos aristas, y a veces le salía bien pero confundía al espectador.    Burman sabe que cada plano cuenta, hace las preguntas correctas (sin ofrecer todas las respuestas –siempre una virtud-, lo que le da más crédito al título del film) y si coproduce con Brasil no será en vano…
Se puede hacer una película cursi bien; es decir, romántica en serio, con convicción. Si eso es lo que se busca, claro. ¿Ejemplos? Yendo en retrospectiva se me ocurren en principio “If Only”, “Hope Floats” y “The Secret Garden”; “Slumdog Millionaire”, si sirve más una pieza exitosa y multipremiada; y por supuesto cualquier cosa basada en una novela de Nicholas Sparks. Sin embargo a veces sucede que la autoconciencia juega en contra tanto para los que miramos cine como para los que realizan un film.    En una escena de “Un cuento de invierno” aparece Will Smith como Lucifer y lo que allí se ve hace que todo lo que la película venía contando (una historia de amor y milagros, del bien como luz –literalmente, la novela en que está basada tiene una fijación con el poder de la luz- eterna) con los elementos correspondientes, se vea puesto un tanto en duda. Se produce allí un ruido, no porque haya que situarse por completo en uno de los dos lados (en esta ocasión, la ridiculización o el drama real), sino porque molesta y nos pone a pensar en cosas que nos sacan de un relato que se supone nos debe…
Las reflexiones de la mente humana giran en torno a miles de cosas, pero siempre hay un centro tremendamente emocional y complejo que es la fuerza inalterable de nuestra existencia. Cuando quisimos comparar al hombre con el animal, ganamos por razonamiento, por tener el habla. Así las cosas, nadie pondría en duda que los animales tienen sentimientos. Pero la tecnología, aquello que nos superó por completo y que puede estar en todas partes a la vez y resolver cualquier inquietud, no incluyó la capacidad de sentir. Un segundo: ¿es eso sentir? ¿Una capacidad? ¿Qué es lo mejor y lo peor para nuestro mundo y qué cosas no pueden faltar en cualquier escenario? “Ella” hace las preguntas que nos hacemos todos los días y ya en este primer aspecto se vuelve una película atractiva y estimulante.    Se trata de un universo original, que sorprende a cada minuto con ocurrencias que, por más cómicas que sean, nunca parecen descabelladas o fuera de lugar. Spike Jonze sabe sostener los límites de la verosimilitud que presenta y en este caso nos trae una realidad dominada por la tecnología de las comunicaciones, desencadenando su lógico resultado: conexión cero. Si bien se percibe un reparo…
Hace unos meses, cuando se estrenó, tuve la suerte de ver “Mama”, de Andrés Muschietti. Co-producción española/canadiense, “Mama” es antes que nada un muy buen film de terror. Hace unas semanas, porque me lo debía, me puse a ver “La Noche del Demonio” (de aquí en más “Insidious”), film de terror de James Wan. Me gustó tanto que al pasar unos días lo vi de nuevo y me di cuenta: esto es algo distinto. Ojo que “Mama” también lo es, pero esta nota habla de “El Conjuro”, que además de ser lo nuevo de Wan y uno de los mejores títulos del año -que todavía está en cartel-, es una excelente película de terror; que revisa y trabaja todas las aristas –buenas y malas- del género, aporta otras y, en suma, lo planta en un mejor lugar de cara a lo que viene. De todos modos se me hace que películas como “El Conjuro” no las vamos a encontrar muy seguido. Probablemente así sea mejor. Despliego algunas categorías para orientar y hacer más amena la lectura mientras detallo las claves de la película (no se alarmen, no hay spoilers).   El cine de terror autoconsciente. En “El Conjuro” el director…
No es sencillo hacer una “para toda la familia”, como le dicen. Debe ser por eso que, fuera del cine de animación, encontrar propuestas atractivas en este apartado se vuelve cada vez más complicado. ¿Será que la tentación del exceso está a la vuelta de la esquina? Aquí el diseño de producción tiene el espíritu y la empalagosidad de la fábrica de chocolate de Willy Wonka que llevó al cine Tim Burton. A la vez, el protagonista David Mazouz (Ivan, el ‘inventor’ del título) tiene la predisposición a la sorpresa que caracterizó a Freddie Highmore en su comienzos y, en un film en el que los problemas no son actorales, desde su labor hasta el torpe y malévolo Morodian de Joseph Fiennes, todos comprendieron el tono del relato: una aventura fantástica donde el valor y la motivación, la voluntad para seguir, son fundamentales. Esto se transmite en las expresiones de un elenco que –si les digo que esto puede percibirse en un doblaje, es porque es cierto- se puso la camiseta.    “El inventor de juegos” es una fantasía sobre un niño que debe recuperar su verdadero lugar en el mundo. Un mundo que aparece distinto al que conocemos y…
Un par de cuestiones. “Amar es bendito” empieza bien. Parece teatro filmado pero los diálogos están ajustados, los personajes son verosímiles y queribles. La dinámica de las dos protagonistas contiene una película: el contrapunto de personalidades, el dolor y la alegría bajo un mismo techo, aún cuando se habla de terceros que no están en pantalla. Incluso, por lo despojado de la puesta en escena, el film tiene ecos de drama intimista.    Sin embargo, cuando se introducen otros jugadores este componente se diluye. Las protagonistas son tan adorables que mantienen el relato a flore, pero en el transcurso hay una serie de elementos que no funcionan. Los actores que van apareciendo están más descuidados desde la dirección y no le aportan a “Amar es bendito” el ritmo que la película pretende. Es que una vez que dos nuevos personajes se introducen, se intenta ir hacia las formas de la comedia de enredos, con cruces constantes entre los jugadores. Pero se trata de una repetición de encuentros que francamente termina por cansar.    En este punto, si la película de veras no pretendía ser cómica, tampoco llega a convencer el elemento dramático porque se pierde la verosimilitud. Desde el lugar…
La historia es floja, el nudo emocional es débil, los personajes son superficiales y no sólo porque disfrutan los autos y la velocidad; las escenas no permiten un desarrollo y un lucimiento mayor que el deben cumplir para la trama. Los famosos “personajes accesorio”, por ponerles un nombre: un héroe rebelde y con todas las de perder; un malo demasiado malo; los ‘sidekicks’ como comic relief, generando algunas –tibias- risas; y el interés romántico. Hay detalles de la trama que no cierran aunque el final se vea venir desde la primera escena. Si les cuento algo, les conté todo. Si ven el trailer, se encontrarán con una voz en off arbitraria que plantea cosas que en la película no aparecen de esa misma forma. Una operación extraña y descuidada de la producción del film.    Así las cosas, “Need For Speed” llega bañada de una calidez irresistible. El brillo de sus protagonistas y el impacto visual del paisaje que recorren en su aventura vuelven irrechazable lo que se ha repetido hasta el hartazgo. Es un viaje que no nos hace saltar de la butaca pero tampoco nos desdibuja la sonrisa. Técnicamente, el planteo visual de las persecuciones y las carreras…

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