Irene Sexer (su personaje) quiebra su voz para describir sus emociones, así como también quiebra su cuerpo para burlar la solemnidad de un ser que no asiste al "ritual" de lo que implica ser mayor. El personaje juvenil parece no importarle las penurias o dolores que la han golpeado en el camino. Esta joven le habla directamente al público (rompe la cuarta pared), pero lo hace con una sutil distancia, como si delante de ella estuviera un espejo en el cual se reflejan sus ocurrencias. Espejo en el cual su rostro siempre dispara una sonrisa, y también lo hace su voz que en cada "cambio de timbre" provoca una sonora risa.
Esta fusión de teatro y clown tiene un fuerte apoyo en una fotografía que recrea una gran habitación con luces y pocos elementos (mesita, masetas-masetitas, fotos y una silla), mas una iluminación que casi como una actor mas, va describiendo en varios momentos "su aparición" para acompañar a esta joven, o en otros directamente la incita conminándola para realizar nuevos movimientos.
En otros instantes esta joven le dará un Knock Out a la melancolía, "reconstruyendo" una copla-vidala, cantándole a esa solemne tristeza, pero haciéndolo como una suerte de parodia sobre sus badenes emocionales.
Subi-baja emocional que se apoya en cada micro-unidad de tiempo y de espacio haciéndolo con soltura y potencia. Poco importa ya que quien es esa chica-mujer, porque hace lo que hace, con que fin o cual es el disparador que provoca todo ello. Esas preguntas no tienen más raíz que cada remolino que da su voz o su cuerpo en esta gran composición de esta joven actriz.
Esta hermosa pieza de 50 minutos le valió a Irene Sexer la nominación como actriz revelación a los premios Trinidad Guevara 2010, y ciertamente luego de verla podemos decir que ello no causa sorpresa.