La noche canta sus canciones: Eclipse matrimonial
Las geniales composiciones actorales de un matrimonio con una disfuncional relación, guiados por una estupenda dramaturgia, sumado ello a una soberbia dirección hacen de "La noche canta sus canciones" una obra brillante de principio a fin.
Un escritor fracasado se refugia en su casa para escaparle a la fobia que le produce el contacto con las personas, motivando a que su esposa, reciente madre, acreciente su hastío y enojo para con él, tornando la situación insoportable, llevando a potenciar el eclipse en el que ha caído el vínculo.
En la misma, la situaciones se repiten en una noche de insomnio, de mucho fastidio donde los silencios también juegan su rol. Allí se advierte por momentos una textura árida en los diálogos que giran una y otra vez sobre lo inconducente y nada edificante de la relación que ambos están padeciendo.
La obra está basada en un libro de Jon Fosse (escritor Noruego de mucho prestigio en su país), sobre el cual el prolífico Daniel Veronese aporta todo su bagaje creativo, generando una envolvente atmósfera, otorgándole a los actores recursos mínimos en la puesta en escena: una alfombra, un sillón, una mesa.
Hay ausencia de música y sin contrastes en la iluminación, con actores que utilizan un lenguaje práctico, directo, irónico, simple y a la vez punzante.
Aquí se advierte otro excelente logro: Veronese muestra la gran resonancia oceánica en lo ético y espiritual de los personajes, y lo hace sin agitar las aguas para mostrar la profundidad de las mismas, que generalmente logran confundir al espectador. La profundidad es vertebrada en diálogos dinámicos, simples y chispeantes, en silencios opresivos y precisos, y en la contemporánea veta humorística que logran potenciar y elevar la obra.
Pero todo ello no sería posible si no se encuentran actores que le den cuerpo y sustento a las personificaciones. Tanto Eugenia Guerty, como Pablo Messiez, hacen de sus impecables actuaciones el centro mismo de esta magistral propuesta que Veronese lleva a cabo en 2008 en su casona-teatro del barrio de Palermo y que ahora trasladó a Timbre 4. En sus contradicciones a flor de piel, en sus transiciones tanto de tiempos como corporales, en sus caprichos, en el remolino interior que experimentan cada uno de ellos, es allí donde se instala el núcleo de esta edificante creación artística que siempre se mantiene en lo alto y que no te suelta hasta el mismísimo final.
Las actuaciones de Luis Gasloli y Elvira Onetto (los padres) y de Claudio Tolcachir (Baste), este último como "el otro", también le otorgan brillo a sus trabajos y una fuerte presencia, subiéndose a la alta marea de las creaciones de los dos personajes centrales por donde gira esta fantástica creación teatral.
Sigmund Freud dijo que en "Un matrimonio feliz no hay lugar para el incordio". La obra se instala justamente en el lugar antagónico de lo dicho por el genial padre del psicoanálisis.
Por Hugo Manu Correa
Esta obra cuenta con el apoyo de la Real Embajada de Noruega en Argentina y Proteatro.
Eugenia Guerty ha sido nominada a los premios Trinidad Guevara y a los premios Teatro del Mundo como mejor actriz por el trabajo en esta obra.
Daniel Veronese fue nominado como mejor director para los premios Teatro del Mundo y Clelia Chamatrópulos como mejor traducción.
Esta obra participó del Festival Porto Alegre Em Cena 2008 y del Festival Internacional Santiago a Mil.
El Festival Internacional de Londrina y el Festival Internacional de Teatro de Brasília y Goiana em Cena.
Autor: Jon Fosse
Director: Daniel Veronese
Intérpretes: Luis Gasloli, Eugenia Guerty, Pablo Messiez, Elvira Onetto, Claudio Tolcachir
Timbre 4, México 3554, 4-932-4395.
- Publicado en Teatro / Críticas
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