Salomé de Chacra
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Una chacra allá en los tiempos viejos. Herodes, propietario, enseña democracia con rigor cívico a un ácrata al que mantiene encerrado en aljibe seco. Cada noche desde el pozo clama su verdad en el desierto el libertario y con la prédica del precursor sueña un orden nuevo la peonada.
Sopla el pampero su mal augurio. Es ensangrentado día de carneada, de faena, y entre chacinados Salomé, hechizada con la voz, con la palabra, sueña con poseer alguna vez esa boca. Cochonga, su madre, añorante del orden viejo sueña con su cabeza completa. Herodes, su padrastro, sueña con un bailecillo de la niña, el Gringuete, peón infaltable, ama a esa niña en criollo silencio. En la pampa la tragedia es una ristra de sueños. Una máquina de hacer chorizos.
Salomé de chacra es una trasposición guasa a la pampa del relato, los personajes y la mítica de aquella leyenda bíblica. Un auto profano representado por ánimas cada noche en la tapera en ruinas de lo que alguna vez fue una propiedad. Una rural, eterna y ceremoniosa representación de la creencia. Mauricio Kartun
Ficha Técnica
Autor: Mauricio Kartun
Elenco: Manuel Vicente, Osqui Guzmán, Stella Galazzi, Lorena Vega
Asistente Artística: Lorena Ballestrero
Supervisión de movimientos: Luciana Acuña
Diseño Sonoro: Tian Brass
Diseño de Escenografía y realización de elementos: Norberto Laino
Diseño de Vestuario: Gabriela A. Fernández
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux
Prensa: Simkin & Franco
Dirección: Mauricio Kartun
La Nación (Carlos Pacheco)
Un elenco formidable da vida a esta suerte de farsa trágica que pergeñó Mauricio Kartun. Más allá de los profundos valores de su texto, el trabajo de dirección de Kartun también se destaca por su rigurosidad. Logra que sus intérpretes se apropien con extrema seguridad de esas criaturas y, en verdad, en muchos momentos el espectador no sabrá si esos personajes han salido de la imaginación del autor o es que esos actores le han dictado a él las cualidades de esos personajes. Sin duda Osqui Guzmán, Manuel Vicente, Lorena Vega y Stella Galazzi encuentran la mejor manera de que sus cuerpos mantengan intacta la sorpresa que les provoca el devenir de sus personajes y logran sostener eso con tan marcada naturalidad, que el público lo recibe de forma limpia, intacta, conmovedora.
La Nación (Osvaldo Quiroga)
Si el teatro es la creación de un mundo que se impone a través de los cuerpos de los actores, y si esos cuerpos adquieren tanta vida que se convierten en portadores de formas estéticas, no es exagerado decir que Mauricio Kartun, además de un excelente dramaturgo, se ha convertido en un admirable director teatral. Lo que logra en Salomé de Chacra, la obra que se ofrece en el Teatro San Martín, no sólo es un trabajo minucioso sobre el lenguaje a través de articulaciones que remiten tanto al teatro gauchesco como a la modernidad, sino que es también una mirada aguda sobre cierta realidad argentina y un diálogo sostenido con obras fundamentales de nuestra literatura, como El matadero y La cautiva, de Esteban Echeverría (…) Farsa y tragedia, frases hechas y curiosas inflexiones de la lengua pampeana se hacen visibles en los cuerpos de los intérpretes y crean un idioma propio, tan fragmentado como nuestra historia y tan brutal y autoritario como los períodos más sombríos de nuestro pasado. Hablamos como vivimos. Y en este ejercicio erótico cargado de muerte que es Salomé de Chacra queda claro que el lenguaje cala en los cuerpos hasta límites insospechados. Y los cuerpos, entonces, terminan completando las palabras, dándoles un nuevo sentido, creando cierta subjetividad que hace visible lo invisible con aterradora naturalidad. No hablar la lengua del amo suele ser peligroso. Aunque acaso sea la única posibilidad de aspirar a otra vida.
Clarín (Juan José Santillán)
Un mito en versión nacional y popular. Mezcla de aquelarre y refinada guasada gauchesca. (…) Lo primero que resalta en este abordaje del mito es el modo en que se aparea el trabajo de cuatro notables actores con un texto elaboradísimo, barroco en la intimidad de sus procedimientos, y en la altura que alcanza al conjugar lo trágico con la humorada. En varios pasajes de la obra es dislocada la contundencia de lo dicho y surge un crisol de situaciones tamizadas, conceptualmente, con lo que Pirandello punteó como humorismo: ese resquebrajamiento constante de los territorios dramáticos signados por la aplicación de los contrastes. (…) Toda esta celebración de la carne logra una contundencia litúrgica por el diseño escenográfico y de objetos realizado por Norberto Laino. El espacio reproduce fulgurantes exvotos en un galpón de hacienda, piso de tierra y chaperío. Una calidad, la chapa y los fierros, que también se explora como plano sonoro en vínculo con la voz de los actores.
Revista 23 (Luís Mazas)
Un delicioso cóctel de clasicismo griego, gore, diablada, tabladillo telúrico y barricada de insurgencia. Este es un Kartun desatado y en estado de gracia, que juega zarpadas lingüísticas y alegres cacofonías (los estancieros “están” pero los hacendados, “hacen”) entre múltiples guiños delicadamente procaces. Un mix que es la sal de este espectáculo de hibridación de lenguajes y anarquía de formas con desopilantes hallazgos de ideas contiguas. Una escritura indisolublemente unida a su dramaturgia de escena y la dirección integral impresa al dispositivo escénico; orquestado sobre sus actores. Salomé de chacra no sería el producto brillante, inteligente, oscuro y hasta sórdido que es sin el extraordinario histrionismo bufón de Osqui Guzmán ni la mórbida creación de Lorena Vega como la mítica bailarina de “los 7 pelos”, el pastiche delicioso del voluble y caricaturesco Herodes estanciero de Manuel Vicente o la ductilidad de Stella Galazzi. Son cómplices necesarios de este espectáculo imperdible los sonidos de alambres vibrantes, las percusiones y soplos de viento de Tian Brass y la rica sugestión escenográfica y de utilería de Norberto Laino.
Los inrockuptibles (Ana Durán)
Sostener una hora y media de semiquietud en el escenario a pura actuación, es casi un orgasmo compartido (el desliz erótico está a tono con los serpenteantes vaivenes bipolares de esta Salomé) (...) Un tejido textual llamativo, único, irreproducible pero a la vez narcótico, como un mantra de frases que sintácticamente se armaron sin nexos o con estructura latina, de tal manera que, aunque sea castellano bien argentino, algo nos deja adentro y algo nos deja afuera. Y sobre el espacio escénico profano y colorido a lo Gilda o Gauchito Gil, el diseño sonoro sorprendente que no develaremos, y la iluminación hipnótica: mejor dejar algo para el espectador al que le recomendamos llegar temprano, sentarse bien adelante y olvidarse una hora y media del mundo que conoce, porque Salomé de chacra le va a mostrar otro un poco más extremo: el revés de la trama.
Tiempo Argentino (Natalia Laube)
El desborde, lo irracional, lo dionisíaco irrumpen en la Pampa argentina para dar vida a esta “trajoedia” (palabras del personaje de Osqui Guzmán, inspirado y brillante en un elenco igual de inspirado y brillante). Una trajoedia sagrada y profana. Es que en todos los personajes de Kartun, las acciones que proponen sus textos, permiten rastrear hechos e historias que construyeron la Argentina: su teatro nos permite pensar por qué somos como somos o, al menos, imaginarnos que algo de lo actual sería distinto si algo del ayer también hubiese sido de otra manera.
La Prensa (Juan Carlos Fontana)
Gentilmente bizarra, de una estética neobarroca, que despierta la emoción en el espectador a través de la hilación de palabras y conceptos, más que de la acción, Mauricio Kartun convierte a su obra en una especie de divertida y atractiva opereta de final poco feliz, que invita a rever fragmentos de una memoria olvidada. La escenografía de Norberto Laino y el diseño sonoro de Tian Brass le otorgan un fascinante entorno de pesadilla a ese retablo tan mítico como fantasmalmente surrealista.
TELAM (Osvaldo Quiroga)
Lo que viene trabajando Mauricio Kartun en su teatro es también la forma en la que el lenguaje se apropia del cuerpo. Farsa y tragedia, frases hechas y curiosas inflexiones de la lengua pampeana se hacen visibles en los cuerpos de los intérpretes y crean un idioma propio, tan fragmentado como nuestra historia y tan brutal y autoritario como los períodos más sombríos de nuestro pasado. En definitiva, hablamos como vivimos. En el teatro los cuerpos completan las palabras y pueden otorgarles nuevos sentidos. En la vida cotidiana también, aunque es más difícil de percibir. En épocas de dictadura el teatro y la literatura han buscado horadar el lenguaje hasta el límite de poder decir lo que se quiere decir a través de distintas figuras retóricas.
El camino que ha emprendido Mauricio Kartun en su teatro nada tiene que ver con los mecanismos habituales de preparación y estreno de una obra. Kartun suele ensayar un año sus espectáculos. Y esto se nota en escena. La indagación sobre la forma teatral que ha emprendido a través de sus últimas tres obras, y que recoge también la experiencia del teatro gauchesco y de distintas tradiciones teatrales argentinas, resulta un aporte decisivo para nuestro teatro.
Rómulo Berrutti
Es difícil de explicar, hay que vivir la experiencia. Porque es tan potente lo visual y tan desopilante la mascarada que el espectáculo atrapa en una conjunción de hondura y ridiculez, de burla ramplona y resurrección de la ceremonia en el altar sacrificial. La sangre lo tiñe todo, cuerpos y almas, la culpa se ahueca en la voz que resuena dentro del pozo y un estupendo retablo de candor funerario atiborrado de flores rojas, cabezas de reses y restos oxidados de labranza brinda un fondo de gran presencia escénica.
Radar (Mercedes Halfon)
El motivo de la carne y la sangre, de la res dividida, carneada, parece singularmente propicia para contar la historia de estos deseos igualmente carnales, de la fiebre producida por el amor y de la muerte sangrienta que se goza como un triunfo. ¿No es eso acaso un asado? ¿La cultura argentina no está atravesada por la vida y muerte de las vacas desde El matadero de Esteban Echeverría hasta hoy? (…) Es particular el cambio de un profeta importante para el cristianismo y otras religiones en la historia original, a un anarquista en ésta. Porque, finalmente, Salomé de chacra, en el fondo de sus capas de escritura, imaginario y mito, tiene bordadas algunas preguntas. ¿Quién es el dueño de la carne? ¿Qué es lo que determina esa pertenencia? ¿Es algo así como la Sociedad Agraria? ¿Es la política? ¿Es el deseo? ¿O la poesía?
Culturar. com - El portal del Teatro
Fastuoso trabajo de actores en un texto rico, nacional y conmovedor (…) Una vez más convocó a Osqui Guzmán que como se preveía parece ser diseñado para él el personaje. Es excelente la interpretación que hace de un gaucho, un peón de chacra, sumiso en su vida y rebelde en su interior a quien la bella Salomé quiere poseer. Manuel Vicente, el Herodes de la chacra, enloquece de deseo por la bella Salomé y entrega a su fiel y mejor peón en un acto de insensatez que le costará la vida. Vicente logra poner en su cuerpo y en su voz la transformación que se genera en este personaje que se va deteriorando en todo sentido. Una memorable actuación. Las mujeres de la obra no se quedan atrás. Todo se toma su tiempo y se va formando la trama (...) Kartun es un artista completo, argentino por donde se lo mire que lleva su idea hasta las últimas consecuencias. No claudica en honor el buen gusto. Avanza en escenas grotescas y hasta por momentos desagradables pero llega al fondo y lo muestra. Así nace lo que está, lo que se sabe, pero sólo algunos pocos quieren ver.
Artemisa. Periodismo de género para mujeres y varones (Larisa Rivarola)
Mauricio Kartun nos envuelve en una puesta en escena que satura visualmente (esto dicho en términos positivos), recargada y opresiva, un relato que opera como bella y violenta excusa para referirse a la conformación de nuestra identidad nacional, la diferencia de clases y el origen de las luchas sociales. La novedad es que la construcción se erige sobre la figura de las dos mujeres que describimos al inicio; y a través de ellas sobreviene un presente que compartimos. Un presente de maltrato no sólo de parte del victimario sino una violencia cuya víctima carece de consciencia respecto de aquello que sufre y a la vez, desde la misma insuficiencia, reproduce.
Ambito Financiero (Patricia Espinosa)
Una demoledora exposición de nuestros males patrios (...) Entre la tragedia y la farsa, el humor popular y la referencia erudita, Mauricio Kartun creó un texto rico en alusiones políticas y literarias, que continúa la línea iniciada con «El niño argentino» y «Ala de criados». En este caso, hay algo de homenaje (y también de parodia) al teatro griego, la lucha de clases, la ideología anarquista y a cierto «fatalismo telúrico» que recuerda al de Ezequiel Martínez Estrada en «Radiografía de la Pampa» (…) La escenografía de Norberto Laíno evoca un retablo de chapa acanalada lleno de exvotos, pero en realidad es el lenguaje mismo -caudaloso, coloquial y a la vez poético y pleno de musicalidad- el que ofrece las imágenes más impactantes y significativas de esta historia
Arte y espectáculo (Susana Salerno)
Son brillantes las actuaciones de Lorena Vega, Manuel Vicente, Osqui Guzmán y Stella Gallazzi, el autor incluye el humor y la poesía, con perspicacia y sutileza.
El Espectador Compulsivo. Un sitio para las artes del espectáculo (Marta Casale)
Kartun bucea en nuestras raíces nacionales desenterrando creencias populares y posturas ideológicas hasta llegar, incluso, al meollo filosófico – estar o hacer, parece ser el dilema- y lo hace jugando con el lenguaje, rescatando lo profano y hasta convirtiendo lo vulgar en poesía. Hay algo del orden de lo maravilloso en el resultado que mezcla vocablos en latín con expresiones que recogen y mixturan lo chabacano y lo más refinado. Kartun tensa al máximo el lenguaje y lo suelta repentinamente, jugando con las palabras hasta el ridículo, sin dejar de lado una profundidad reflexiva que le sale de taquito. “Vivo escudriñando cosas que habitan dentro de las cosas. Síntesis de liturgia acechando en la estructura ramplona de la farsa titiritera. Retro tábula altaris en su retablito. Concierto en su bochinche. Arte-facto en el cachivache”, sintetiza el autor con maestría el mecanismo de su obra. Queda claro: cada palabra es un lujo, incluso aquellas dichas simplemente como presentación en el programa. Excelente puesta en escena para un magnífico texto, Salomé de la chacra cuenta con las brillantes actuaciones de Osqui Guzmán, Manuel Vicente y Lorena Vega, acompañados por Stella Galazzi en un papel algo menor. El diseño de la escenografía, la iluminación y el vestuario saben explotar las líneas que explora el texto dramático, logrando un cúmulo de sentido.
Aquellos para quienes el lenguaje es sólo un medio para ir a “las cosas” deberán abstenerse.
A sala llena (Rodolfo Weisskirch)
Una puesta en escena perfeccionista, donde ni un objeto está de más, donde cada personaje tiene un posicionamiento escénico escalofriante, hipnotizador y los duelos de miradas, duelos cuerpo a cuerpo desprenden una sensualidad inusual es lo que contiene esta puesta en escena extraña y magistral. La fuerza de las imágenes y textos de Kartun hacen eco mucho tiempo después de haber visto sus obras. No solamente es increíble la forma en la que el verso cobra protagonismo, en que el lunfardo se vuelve el idioma común de los personajes, sino que la sensibilidad es especial. Desde el momento en que Osqui Guzmán sale a escena y abre el granero, que no es otra que abrir una caja de Pandora de donde salen todos los males, todas la tentaciones.
El trabajo de Guzman y Vega es soberbio, pero es Manuel Vicente quien se gana el escenario con su horrible (pero brillante) Herodes. Divertido y demagógico, tirano, brutal. El Herodes de Vicente se lleva las palmas. La sutileza de Galazzi es fundamental para justificar una presencia que tiene más relevancia de lo que aparenta en primer momento.
Cada gesto está calculado, cada paso, cada mirada, cada palabra. El vestuario y el arte, la iluminación enriquecen una puesta impredecible. Porque, a pesar de que conocemos el mito, no podemos dejar de asombrarnos y extrañarnos hacia lo que está sucediendo. Kartun logra que el espectador no comprenda enseguida lo que está viendo. Y pronto cuando queda al descubierto es realmente extraordinario. Como si viéramos el mito por primera vez. Es difícil encontrar un producto original en algo que ya fue tantas veces representado, pero el director lo logra.
Es un estudio sobre el grotesco y el teatro argentino, pero también una sátira, una poesía, un drama, una obra clásica, una comedia, un drama. Tan ambiciosa como pretenciosa, sutil pero honestamente provocativa. Consciente de todo esto.
Cuando se cree que ya todo se creó, Kartun da un giro de 180 º y sorprende con una obra inquisidora, que traspasa paredes, el tiempo y corta cabezas.
Show on line (Cecilia Alejandra Accorinti)
En cada uno de los personajes podemos ver el trabajo interno que realizan los actores para lograr el resultado que vemos en el escenario; si bien todos le ponen el cuerpo a la situación, me gustaría resaltar el trabajo de Osqui Guzmán, el mayor generador de climas, sea protagonista de la escena o solo se encuentre a un costado, sentado de espaldas al público.
Un trabajo integral de Kartun tanto en la dirección como en la dramaturgia digno de ver. Otra vez, una historia que puede parecer muy loca y por momentos incongruente, pero que con solo hurgar apenitas por debajo de la superficie, encontramos su discurso en contra del abuso y mal uso del poder.
Funciones: viernes a las 21hs, sábados y domingos a las 20hs
Teatro del Pueblo: Roque Sáenz Peña 943
Informes: 4326-3606
Entrada: $60. Viernes y domingos estudiantes y jubilados $35
Fuente: Simkin & Franco
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