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El Incidente Nora

 Es más importante glorificar el poder que ser fiel a sí mismo, los inocentes pagan por los pecadores y la desafortunada  ambición frustra el sueño sencillo.

"El incidente Nora", obra de Eduardo Narvay, hace una representación gráfica de una determinada clase social-política en una argentina de los años 40. Narvay con una extravagancia en su dramaturgia se burla, con matices de humor, de conflictos trágicos y dramáticos, y pone el acento en el más profundo temor de la aristocracia: perder la posición social y dejar de ser el arquetipo que requiere el protocolo de las páginas sociales, por “el qué dirán”, concepto  que domina en esta clase social. 

Por el temor a ser juzgados socialmente, no se permiten abiertamente a ser genuinos con sus deseos y emociones, sino que contrariamente tienen que reprimirlos u ocultarlos y, finalmente, si este deseo u sentimiento los amenaza con ser develado, será  mejor hacer desaparecer los indicios, antes de que éste explote; y los convierta en presas de las miradas ajenas y acusadoras.

La obra se desarrolla en una casa  contextualiza en los años 40, y transcurre en un  living, una cocina y un baño. Esta casa guarda los más profundos secretos turbios de dos políticos, avalados  por la inocencia agazapada  de sus compañeras de vida, como así también absorbe el chusmerio locuaz de tres amigas de toda la vida.  Aprovechando la ausencia de sus maridos, se reúnen a tomar el té.  Una de ellas, un día convoca a tomar el té a un ser que tiene el poder de ver el futuro, que anuncia lo que ocurrirá en los días siguientes.

A partir de ese momento empieza la paranoia de estas mujeres, la desconfianza y los celos entre ellas. Surge el miedo a ser abandonadas o a perder el ser que aman, y se ven amenazadas por ellas mismas.  Las señoras de casa Alicia (Valeria de Luque)  y Marcia (Carolina Tisera) les emerge un recelo muy grande hacia Nora, la mucama (Julieta Salem) que hasta ese momento era una persona fiable.

Mientras Nora realiza sus actividades laborales cotidianas y sumergida en un silencio absoluto observa todo lo que ocurre en ese Living, y escucha atentamente todos los pasos en falso que dan éstos hombres en su victoriosa vida política; se valdrá de dicha información para hacer valer sus nuevos derechos adquiridos pasionalmente con Ricardo, el señor de la casa (Eduardo Narvay).  Ricardo desesperado por los reclamos de Nora, recurre a su amigo y colega Santiago, un político prometedor, que ansia ser el futuro presidente del país. 

"El incidente Nora", cuenta con la esplendida  dirección de Marcelo Velázquez, actor y director de teatro. Velázquez cuenta suculenta trayectoria en dirección teatral. En esta ocasión   admirablemente  sustrae, del  texto Eduardo Narvay, una rica interpretación de una clase social, que aventura  con pinceladas de distintos  géneros  teatrales. Es  visible en los giros rítmicos e inesperados de la obra, un momento trágico se convierte  sagazmente en cómico. La puesta en escena es magnífica, cada objeto y cada espacio se añade cómoda y funcionalmente a la obra. En el living  se gesta y devela los más terribles crímenes, en el baño fluye la expresión del deseo, en la cocina se concreta finalmente lo que fue previamente cocinado, en una habitación se descansa  profundamente.  Velázquez  eleva la potencialidad de cada actor, profundizando con las  emociones e intenciones, que maravillosamente  logran recrear y proyectar  en el espectador lo que no es concretamente visible.

"El incidente Nora", es una obra que absorbe y sumerge gradualmente al espectador de principio a fin con las fluctuaciones rítmicas de la obra que está plasmada con las actuaciones arraigadas de cada uno de los personajes.  Las transiciones de sus emociones al unísono con sus  voces, y el lenguaje corporal acoplado con el espacio. Rápidamente  sumerge al público en la tragedia para que luego rápidamente hurtar risas y carcajadas. Es una obra en la que hay una simbiosis muy profunda  entre director, dramaturgia, actores, iluminador, vestuarista y escenografía.  La iluminación recrea  climas y recrea nuevos escenarios. Un rayo de luz crea un juzgado, donde los juzgados reconfirman, todos somos inocentes, nadie tiene la culpa de nada y todo queda en familia.  

Dirección: Marcelo Velázquez
Intérpretes: Valeria de Luque, Romina Fernandes, Carolina Tisera, Ema Rivera, Eduardo Narvay, Julieta Selem, Gustavo Pardi y Sergio Ferreiro.
Iluminación: Alejandro Le Roux
Escenografía: Ariel Vaccaro
Vestuario: Carla Desiderio
DELBORDE ESPACIO TEATRAL CHILE 630 -43006201-SÁBADOS 20:30 HS.

 

Manos Traslúcidas en Fiebre de Olvido

"Manos traslúcidas en fiebre de olvido” de Gabriel Fernández Chapo es la obra que se da todos los sábados en el teatro del pueblo, obra que refleja realidades lejanas de los conflictos burgueses. Una obra que apunta a mostrar los conflictos del conurbano en barrios combativos.

Así, dos hermanas Emilia y Mariana, que viven distanciadas, y Juan, el novio de la primera, sufrirán las consecuencias de una sociedad agobiada por las drogas. En ese contexto, donde Emilia  y Juan intentan criar a una niña, entrará la policía en busca de él. Con el reencuentro nada grato de las hermanas, Mariana querrá cuidar de aquella beba confundiendo sus deseos de ser madre con un supuesto orden y autocontrol.

Lo que muestra la obra de Fernández Chapo posee tanto la fortaleza de la realidad como su crudeza. De esta manera, y para matizar el conflicto el dramaturgo y director -quien compartió este último rol con Mario Di Nicola- incluye los tonos y los modos de decir el texto, como también las descripciones espaciales (didascalias) en la propia escena. Estas, las marcaciones, son dichas por los actores con una dinámica que los hace entrar y salir del personaje rompiendo la cuarta pared.

Esta propuesta no sólo se arriesga desde esa manera de narrar, sino que también lo hace construyendo los espacios desde una pantalla, la cuál lejos de distraer la atención contextualiza constantemente la historia. También así lo hace el sonido que provee de tensión dramática por medio de los diferentes ruidos que ambientan el caos en que viven.

Este mundo agitado y turbulento es matizado por la dramaturgia que elije poetizar la puesta, rompiendo con la tendencia asociativa de comprender dichos mundos con lo áspero y mundano. Así, la propuesta es elevada otorgándole dignidad a la historia y a sus personajes, algo necesario frente a la mirada condenatoria de las instituciones.

Esa misma dignidad es adoptada y defendida por los actores populares, ellos mismos oriundos del conurbano, que llevan adelante la obra, desde el compromiso con sus personajes (que llevan sus mismos nombres) y desde el dominio que logran tanto corporalmente como en el modo de decir cada una de las palabras escritas por este dramaturgo premiado por el Fondo Nacional de las Artes en el 2007.  

Si hay algo para agregar es que todo conflicto expresado por la obra supera lo familiar como núcleo cerrado, como factor primordial, y esto es lo que continúa fortaleciendo la puesta, porque no es la disfuncionalidad familiar la que permanece en la historia, a  pesar de tener un rol importante, sino que es el mundo externo el construye esa misma ruptura afectiva.

Manos traslúcidas en fiebre de olvido
Autor: Gabriel Fernández Chapo
Dirección: Gabriel Fernández Chapo y Mario Di Nicola
Intérpretes: Juan Mako, Mariana Ortiz Losada y Emilia Romero.
Videos, foto y música: mariano Di Cesare
Diseño escenográfico y lumínico: Cecilia Stanovnik y Gabriel Fernández Chapo
Prensa: Carolina Alfonso
Teatro del pueblo, Av Roque Sáenz Peña 943, 43263606, Sábados 20h

Desfile de extrañas figuras

Por segundo año consecutivo se presenta en Teatro La Mascara "Desfile de Extrañas Figuras", obra de Carlos Pais, dirigida por Norberto Gonzalo y cuyo elenco esta conformado por  Marcela Fernández Señor, Liliana Lavalle, Ángel Rico y en reemplazo de Victor Hugo Carrizo estara en esta funcion Jorge Booth

Por Hugo Manu Correa

En esta actualidad en la que Buenos Aires recibe un aluvión de extranjeros, tanto para instalarse en la ciudad como para vivenciar el país epidérmicamente, podría inferirse que hay hechos culturales que se transforman en cursos acelerados de la cultura porteña. Así, todos, turistas y ajenos a la idiosincrasia, podrían zambullirse y salir rápidamente con un gran conocimiento empírico y además emocional de la argentinidad. Este es el caso de "Desfile de extrañas figuras", obra bellísima, potente, estructurada en un buen relato dramatúrgico, con grandes actuaciones, con una sólida puesta que es un actor mas, con su potente fotografía articulando así una poética fuerte y a la vez sensible, nostálgica pero llena de vitalidad.

Es que esta obra estupenda aborda no pocos tópicos que  van desde el tango (la mítica figura de Carlos Gardel con varios cantantes y poetas más) a la política (Perón tocado tangencialmente), todo ello con el ropaje de la Nostalgia que reviste (y viste) una historia que esta barnizada por el perdón, la memoria, el dolor, el olvido y las culpas…varias.

 Violeta  Echagüe (Marcela Fernández) es una octogenaria que vive en el ocaso de su vida. En su reclusión está acompañada por su compañera y  amiga Beba (Liliana Lavalle) quien la conoce en toda su dimensión. Ambas habitan una casa que tiene las huellas de un tiempo pretérito y es este hábitat un lugar que ha tomado la forma de sus propias geografías interiores. Ese ropaje interior tiene el olor de la nostalgia, de lo ido, del pasado que en su marchitado tránsito se refleja en cuadros vacíos que están geométrica y equilibradamente esparcidos en todo el espacio.

El “cuadro” mayor esta Gardel (Ángel Rico), quien cobra vida y se desliza con toda su magnificencia de una manera tan rotunda que logra conmover. Ese mundo onírico y de ensueño es la propia psicología de Violeta (cual conexión) donde Gardel cobra vida para conectarse con ella, que está debatiéndose entre un presente que no registra (salvo para discutir con Beba). Allí se respira indisimulablemente un pasado que la tuvo en su esplendor como genial intérprete cancionista y que le dio al mismo tiempo una espina, que es el conflicto que la acicatea en su conciencia y del cual trata de alejarse negándolo.

La dramaturgia traza un amplio temario que tiene su eje temporal en el comienzo de siglo pasado, en el ámbito tanguero, en la poesía con que recubre a sus personajes, en la espesa oscuridad con que esa añeja vida los cobijo y que aun los habita, al mismo tiempo que los quiebra (con pinceladas de humor)  para que la propia textura gris y melanco que los bordea no termine por empalagar a la platea.

Aquí cobra dimensión la brillante composición de Marcela Fernández, quien es el eje de esta obra.  No es que su voz tenga el matiz de una mujer que está en la curva descendente de su vida, sino que su psicología y  la propia estética de la "creación" de su cuerpo se refleja en sus inflexiones, tanto de su voz, como en su caminar, y en la "juventud" que tiene su enérgico carácter.  Para lograrlo, notablemente no recurrió a ningún artificio sino simplemente a la robusta credibilidad con que lo compuso.

 Ello se ve tanto cuando canta, cuando dialoga, cuando "escucha" a su amiga o cuando se conecta con su amado y admirado Carlitos. Beba absorbe con su personaje toda la energía con la que se mueve dándole una poderosa credibilidad. Ella es quien permite que su entrañable amiga tenga una vida lo más confortable, aunque ella también sabe que hay cuentas pendientes que saldar. Ángel un "pseudo" periodista (poderosa y vital actuación de Víctor Hugo Carrizo) se presenta con la vibración lacerante de la realidad.

Realidad que como un puñal se desliza en la noche obligándolas a recoger el guante y ponerle palabra a esas culpas que ambas tienen viviendo en sus cuerpos y en sus almas. El vínculo entra ellas dos es el sendero por el que viaja la obra y esta estupendamente logrado: Ellas tienen un duelo sutil que las conecta y les da vida, allí la fantasía hace un duelo con la memoria, la negación se debate versus el dolor, y lo absurdo se enfrenta ante la "inoportuna" realidad que deberán enfrentar.

El núcleo vertebral de esa obra esta notablemente escondido y solo en pocas dosis se lo menciona. Una hija que ya no está (proyectada solo en palabras) y que aparece en escena ante la contemplación que hacen de ella todos los personajes. Todos tendrán una geometría distinta para describir-ver-asimilar lo que paso con ella y por ende con ellos mismos. Son almas en pena encarcelados por la biografía de un dolor.

“Desfile de extrañas figuras” tiene en la dirección un gran logro y otro punto fuerte de anclaje pues se sumerge en los temas que aborda con erudición, respeto y conciencia absoluta de todos los signos que muestra. Articula además con gran pericia el conflicto y lo hace dialogar con la gran puesta que está subordinada y al servicio de la obra. Además logra que las composiciones estén bien demarcadas pero al mismo tiempo son dueñas de una gran libertad de composición.

Desfile de extrañas figuras   
Dirección: Norberto Gonzalo 
Asistente de Dirección: Leo Bartolotta
Intérpretes: Marcela  Fernández Señor, Liliana Lavalle, Ángel Rico, Víctor Hugo Carrizo   
Diseño de Iluminación: Norberto Gonzalo y Alejandra Dziewguc
Diseño de Vestuario y Escenografía: Lucía Trebisacce y Carlos Bustamante
Diseño Gráfico: Patricio Azor
Música Original: Gustavo Zurbano
Prensa: Luciana Zylberberg
Teatro La Máscara, Piedras 776, viernes 21 h.

Insomnio de amor: Vínculos Líquidos

Por Hugo Manu Correa
Luego del éxito del Festival del Amor en el Centro Cultural de la Cooperación, se presentará en La Clac “Insomnio de Amor” de Tatiana D’Agate. Sera una única función este viernes 18 hs de 21.30 hs

Encuentros y desencuentros. Ilusiones y desencantos. Fantasías de colores raudamente desojadas.  Ilusiones rotas y fragmentadas por un sueño que se desvanece. Juan y María (Carla Maieli y Damián Valgiosti)  son dos jóvenes que están en la flor de su juventud. Cada mirar que se proyectan en la urbe que los cobija,  es un escarceo de ese nuevo y fugaz encuentro que tiene el vaivén de la continuidad,  tanto como el desvanecimiento que le prosigue a una nueva decepción que esto les provoca.

Tatiana D’agate da vida a dos personajes en una precisa y ágil dramaturgia logrando una buena comedia que durante 1 hora permite sonrisas varias y lo entrega en coqueto envase. El conflicto se reduce a un remolino,  que no se aleja de la superficie, ya que los propios encuentros y el deseo trunco que deja como resultante es el núcleo que dispara una y otra vez la acción.

 Las palabras que se profesan los dos jóvenes viajan en un soporte liviano, aunque dando vida a dos personajes clásicamente contemporáneos, divertidos, espontáneos, ingenuamente puros y sin adornos artificiosos que le quiten potencia a sus frescuras. La esperanza está siempre rondándolos, pero no se dan tregua en la espera para que el milagro ocurra.

Tal como acontece con los vínculos contemporáneos en donde la ansiedad no da tiempo, ni soporte para la palabra bella. Solo la profundidad de la impaciencia y de la incredulidad los acicatea ganando la partida. Esto último  es un acierto en el eje emocional que constituye a estos jóvenes que se encuentran en la calle, en un café, en un transporte público o en un lugar de camping.

Ello ocurre en escenas breves, divertidas, creíbles y dinámicas. Una calle peatonal que atraviesa en medio del público le da credibilidad a la reconstrucción espacial. Tanto Juan y María  la hacen propia, y lo orgánico allí se hace evidente permitiendo que “Insomnio de un amor” navegue en aguas tranquilas. En ellas también se sumerge un tercer circunstancial partenaire (Tony Chávez) quien con sus acotadas intervenciones potencia la comedia y le agrega vivacidad a la trama y permite conceptualizar mejor la dinámica que gobierna a los dos personajes.

La dirección trabajó con acierto en los moldes de la construcción emocional de los personajes ya que tienen una patina sin tanto adorno, no hay artificio y la autenticidad es la bandera que los cobija. El transito rápido por cada escena es otro buen logro. Dichas cortas escenas se escabullen raudamente como agua arrojada por doquier. Así viven los días estos jóvenes con esa vida líquida de los días de estos tiempos. Así navegan en busca de que la ilusión se concreta realidad, pero el “Insomnio...” los tiene apresados y  les anuncia que el milagro aun tendrá que esperar.

Título: Insomnio de un amor
Autoría y Dirección: Tatiana D’agate
Intérpretes: Carla Maieli, Damian Valgiosti y Tony Chavez
Sabados 23.30 hs - Teatro LA CLAC - Av. Mayo 1156.
Reservas: 4382 6529


 

Maneries: Ser...o no ser, a través del cuerpo

En un mundo que bascula entre lo que se dice y  lo que se hace, en una sociedad que enuncia (denuncia) la gran brecha existente entre el propio discurso y la  acción (en no pocos hechos), en vínculos en que lo epidérmico es sinónimo de profundidad, se tiene como soporte a “La Palabra”: vaso comunicante de lo bueno y lo malo que le ha pasado y le pasa al mundo. Con la seducción que la propia palabra provoca, con la facilidad que nos alegra o entristece, con lo dificultoso que resulta reparar el daño  provocado,  justamente, la palabra se ha distanciado de “El Lenguaje”: lo que verdaderamente nos comunica.

En "Maneries" se asiste en un lugar/espectáculo discursivamente en las antípodas de lo arriba descripto. El cuerpo de Florencia Vecino es su (único) enunciador, y lo hace con admirables posturas, con acciones jugadas, con recursos acrobáticos multiplicados y originales llegando a  hipnotizar al espectador, logrando en muchos pasajes incomodarlo, en otros interpelándolo y  en otros (la gran mayoría) directamente subyugándolo.

Durante la hora y media que dura la fantástica performance,  Florencia Vecino muestra una destreza que contiene una entrega absoluta, con un compromiso admirable, poseyendo además un gran convencimiento actoral, que despierta admiración de principio a fin.  Las varias capas de música (Mauro Ap)  pop/dance/tecno le otorgan un aceitado mecanismo de relojería que acompaña sin “sublevarse” a la performance. La moderna música, donde se apoya esta notable creación, es el cuerpo espiritual de la obra y sostiene la sutil-adrenalina del espectáculo sin  aturdirnos a pesar de su elevado espesor musical.

Esta original y arriesgada idea de Luis Garay, fue creada conjuntamente con Florencia Vecino, (en la cual un par de gritos y alguna exhalación será todo lo “que dice”), quien hace viajar al espectador a través de las posturas que adquiere su cuerpo; y lo entrega literalmente a crear movimientos o “fotografías” de la mismísima Isis,  del hombre de Nethertal, del simio, del hombre actual y su sometimiento al sistema bajo los distintos iconos políticos, que repasan revoluciones y totalitarismos.

El cuerpo es el arma del actor y Florencia Vecino conoce su anatomía hasta el último músculo de su herramienta fibrosa y estilizada que adquiere la fisonomía de cualquier cuadro, escultura, fotografía, hombre, hecho, circunstancia social y política alrededor de la historia del hombre. Todo desde la  plasticidad de su trabajo que gana durante varios minutos muchos aplausos.

Señores de pie, una obra distinta, subyugante, jugada, penetrante como una potente piña que nos mueve de la silla para luego dejarnos anestesiados. Basta de palabras, el cuerpo tiene que hablar. Es tiempo de "Maneries".

Creación: Florencia Vecino & Luis Garay
Performer: Florencia Vecino 
Música original y en vivo: Mauro AP
Prensa: Simkin&Franco
Fotografía: Eduardo Alcón Quintanilha
Idea & Dirección: Luis Garay
Reestreno: domingo 6 de marzo a las 18hs., domingos a las 18hs, Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, 4862-0655, $45/ $25 (jubilados y estudiantes)

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