Críticas de cine

Bourne Legacy: Siempre habrá más de una

Jason Bourne sigue vivo, y aunque no sea ese mal bicho para lo que ha sido entrenado sabemos que Universal no le va a dejar descansar en paz... sin oponer resistencia. En 2007 despedíamos con la misma sonrisa cómplice que Julia Stiles la tercera entrega de las desventuras de David Webb, alías que descubríamos era el auténtico del agente amnésico forzado a saber quién era a base de golpes, carreras y tanto movimiento de cámara como el empleado en la búsqueda de la bruja de Blair. La saga hizo de Bourne un género en sí mismo, de Matt Damon una estrella y de Paul Greengrass un director de alto standing, este último padre adoptivo de una criatura que no obstante echó a andar con Doug Liman al frente de la conspiración. El buen sabor de boca dejado por un legado de tres películas a cada cual mejor se enfrenta ahora a la necesidad de Hollywood por apostar sobre seguro con esta especie de derivado indirecto cuya dependencia de la franquicia se convierte en lo peor y lo mejor al mismo tiempo.


El título con el que sus responsables han querido bautizar este híbrido a medio camino del spin off y la secuela no podía ser más acertado por cuanto define bastante bien, sin necesidad de mayores explicaciones, lo que cabe esperar de ella. Aprovechando el estreno (norteamericano) de su nueva versión, por ejemplo, yo soy de los que siempre se han preguntado el por qué del 'Desafío total' con el que se vendió el (imprescindible) clasicazo de Paul Verhoeven, un título que puede transmitir tantos significados como una patada giratoria del también resucitado en estos días como mercenario Chuck Norris. Con 'El legado de Bourne' no sucede esto, y tan sólo prestando atención a estas cuatro palabras podemos dar por sentada la intención que se esconde detrás de su no menos intencionado tagline promocional (que también cabe interpretar entre líneas): no es una de Bourne (y no porque no lo intente), pero sí es al menos la que nos puede valer como su sucedáneo oficial. Y aunque lo oficial no siempre tiene por qué ser la mejor versión de un producto, lo dicho, sí es al menos la que se puede valer del nombre (y la imagen) de Bourne sin vergüenza alguna... o con demasiada, según se mire.

 

De momento su premisa no aparenta ser una treta chabacana como las que se usaban para resucitar una y otra vez a Freddy Krueger, y su punto de partida, las consecuencias de las acciones de Bourne en otro agente “del programa”, resulta tan convincente como puede ser la de otro reciente título acoplado igualmente a una franquicia de renombre, ese 'Prometheus' sobre el que mejor pensar más bien poco, y con la que este nuevo Bourne tiene más en común de lo que parece. Pero no es tanto su premisa, tan válida como cualquier otra -que nunca se sabe-, como el desarrollo de esta en forma de película con entidad propia y objetivo definido capaz de sobrevivir al éxito pasado. Una vez vistas cualquiera de las dos producciones parece evidente que su valía como recurso meramente comercial con el que rellenar un calendario de estrenos ha nublado posibles intereses artísticos, si es que alguna vez existieron, siendo en los dos casos muy escaso el valor añadido que ofrecen a la franquicia de la que se valen para justificar una existencia que, además, se pretende les sirva para prolongar la vida de la saga hasta el infinito, y un poquito más allá, ofreciendo sendas conclusiones en tierra de nadie de igual calado que dejar un coito en vísperas de su culminación, como si dejar con las ganas fuera una garantía de amor... en vez de odio.Para entendernos, el mundo de Bourne seguirá siendo prácticamente el mismo una vez lo hayas visto a través de los ojos de Aaron Cross, a quien eso sí da vida con suma eficacia un siempre sólido Jeremy Renner. Esto no tiene por qué ser necesariamente malo y puede ser aceptado como anécdota si el viaje cuanto menos ha valido como distracción no ofensiva, cediendo la responsabilidad del resultado a las expectativas que cada cual tenga entre ceja y ceja y del respeto que se pueda tener hacia la saga. Sí, llegado el caso uno puede obtener un resultado positivo, que nunca espectacular, si se tiene la gratitud de olvidarse de que Cross no sería capaz de sobrevivir a su momento si no fuera por la misma herencia que le ha traído a la pantalla. El hasta ahora sólo guionista de la franquicia intenta poner en práctica lo aprendido de Greengrass y su equipo, el mismo que ha tenido a su disposición, y el resultado es parcialmente nuboso, parcialmente despejado. Palabra clave: intentar. A la cinta cabe agradecerle su intento -una vez más- por tratar de recuperar el pulso de la saga, pero también cabe recriminarle no intentar -y van...- distanciarse en mayor medida de la misma, de ofrecer un verdadero argumento propio, lo que subraya la sensación de amago con el que uno despide el Extreme Ways que vuelve a sonar acompañando sus créditos finales.A la cinta le cuesta arrancar, tomar forma y coger el tono físico que se requiere para que nos olvidemos de la oscuridad presente en una sala de cine, y para cuando lo hace la sonrisa de Renner le pone punto final sin que entre medias hayamos sacado nada más en claro que la fuerza, como la de los Jedis, proviene de los "midiclorianos" envasados en un laboratorio del tercer mundo, un apunte que será tan cuestionado como lo fué cuando George Lucas se lo sacó de la manga para sorpresa de los fans de Obi-Wan Kenobi. Renner sí sabe quién es, no tanto Tony Gilroy como creativo guionista capaz de reformular de forma eficaz la creación de Robert Ludlum ascendido a impersonal y conformista director al servicio de un recuerdo. Donde se fragua el relativo pinchazo de la cinta es, primero, en la ciencia, como el de 'Prometheus', y donde la figura de Rachel Weisz se torna en principal cabeza de turco a la hora dar más explicaciones de las necesarias, una pesada carga tanto para Cross como para la fluídez del relato; y en segundo lugar, en no saber donde se fragua la lucha, y dejar de lado a un personaje como el de Edward Norton que entra al campo con mucha fuerza, pero que una vez "llega la hora de las tortas", desaparece ante su imposibilidad de encajar en un tramo final que es pura acción, prueba evidente de que todo se resume en eso, en una excusa para repartir estopa a ritmo de Parkinson.No soy de los que dicen que un nuevo título fallido perjudica seriamente la credibilidad de una producción hecha y derecha, si bien es cierto que es innegable que perjudica seriamente su percepción por parte de los que gustan de mensajes cortos, sencillos y planos tan propios de la época de simpleza extrema que se deriva del uso del twitter, el sms y el WhatsApp. Ya se sabe, el titular vende, la noticia no tiene por qué hacerlo. 'El legado de Bourne' no es una mala película, como correcto pasatiempo puede valer y su irregularidad no está exenta de momentos que bien pueden ser apreciados. En ese sentido a un servidor le viene a la cabeza un filme como 'El invitado', otro thriller de acción eficaz que servía para lo que servía y sobre el que la sombra de Bourne era evidente. La diferencia, sustancial, es que en aquella el nombre de Bourne no la precedía en forma de tres de los mejores thrillers de acción de su tiempo, siendo ahí donde Renner tiene más difícil solventar una papeleta que no se debería de limitar a conseguir superar el mono como único precepto. Viendo 'El legado de Bourne' uno no logra quitarse de encima la sensación de que lo que está viendo no es más que una imitación, de mejor o peor calidad, pero una imitación al fin y al cabo. Una de tantas, de esas de las que siempre habrá más de una...


Nota: 6.5

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