Incriminados: Introspección desolada.
Todos los domingos de abril a las 19 hs se presenta la obra “Incriminados”, de Peter Handke, con adaptación de Leonor Manso y Cesar Fois y las actuaciones de Maia Mónaco y Martín Pavlovsky y dirección de la misma Leonor Manso. El espectáculo presentará un mes más de funciones, todos los domingos a las 19hs. en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación
Hugo Manu Correa-. Peter Handke es un escritor austríaco (también director de cine), quien quedo marcado en su vida por el suicido de su madre y por el hecho (menor por cierto) de estudiar la secundaria en un internado.
Sus introspecciones lo llevaron a cambiar de carrera (literatura por abogacía), y viajar por toda Europa, incluyendo un periplo por España, el cual lo hizo en gran parte caminando.
Sus heridas existenciales las plasmó en varias obras. Una de ellas es "Incriminados", donde lo discursivo es por lejos lo más importante. Lo filosófico-existencial marca el contorno por donde viaja la obra que tiene a dos personas quienes en respectivos monólogos comentan sus vidas. Lo hacen rompiendo la cuarta pared y con la mirada clavada en el público.
Su vida profana en lo social y de trabajo esta contado al detalle. Con el mismo énfasis ambos personajes comentan su insatisfacción con un mundo lleno de reglas, las cuales no hicieron más que cumplirlas y esa “perfección”... de poco les sirvió.
En esos intersticios de sus vidas, en la obra, hace su aparición la voz de una niña ( Chloe Talavera Togander). Lo hace con la potencia de la dulzura y el encanto que denuncia toda voz juvenil (impecable trabajo de diñero sonoro de Barbara Togander). La fuerza con que irrumpe lo consigue con una inmaculada sonorización que cubre todo el ámbito de la sala Solidaridad del CCC. El inconsciente, la conciencia y hasta el lejano más allá están presentes en cada fragmento que esa criatura pronuncia.
La obra no realiza un juicio de valor sobre creencias religiosas o sobre un sistema político. Se ubica en otro lugar más universal como lo es el vacío (angustia) que tienen personajes que han recorrido sus vidas. A ellos la mismísima existencia los dejo machucados sin tener un justificado o un lógico porque en su racional vivir.
Leonor Manso ( escenografia/vesturia/adaptacion/direccion) plasmó esta obra con varios aciertos. El primero de ellos es darle valor a lo más importante, la palabra. Lo otro, es haberle dado un brillante marco escenográfico. Los dos actores (Maia Mónaco y Martín Pavlosky) están plantados en el escenario, lo apolíneo en sus voces y sus cuerpos robustecen la obra y lucen ubicadas en un minucioso y sutil segundo plano, para dejar implícitamente al descubierto que estos dos personajes tienen algo que decir.
Las voces tienen un tono monocorde que nos habla de la mecanización de la vida de hoy en día. La repetición y el ser perfecto en lo profano fue burlado por el destino. De allí saldrán únicamente con un grito que denuncia el caos existencial que padecen, lo dionisíaco reprimido. Grito que habla del renacer (acaso) que es el llegar a esta vida, o bien tener dicho (re) nacimiento luego de que la tragedia los obligo a realizar estas preguntas.
Aquí se advierte (indisimulablemente) lo bíblico, el Adán y Eva que nos habla la creación. Lo hace (se insiste), sin ingresar en un juicio de valor sobre actuales creencias de las principales religiones del orbe. La obra tiene allí su sello principal, la pregunta primigenia que es buscar (intentar al menos), hacer la pregunta de nuestro origen, quienes somos, que hacemos aquí, hacia donde vamos (si es que van para algún lugar). Allí están esos dos sujetos rodeados de un gran vacío que los rodea y que tan notablemente Leonor Manso le dio dimensionalidad.
Otro gran acierto Leonor Manso es que “extirpó” de la dramaturgia original temas del nazismo que no se circunscribían con el contexto argentino y la búsqueda que la propia actriz-directora busco en su adaptación.
La puesta circular se podría inferir que habla de ese subí y baja de la vida, y de la circularidad que con-lleva el oficio de vivir. Dicha puesta parafraseando al antropólogo francés Marc Augé es un “no lugar”, donde lo inmenso de ese negro espacio vacío. Esa oquedad habla de un espacio que actúa como ese lugar vacuo que tiene mucha voz, en ese mar de preguntas que padecen ambos personajes.
Dicho hueco espacial, le resultará fácilmente reconocible para aquellos amantes del género ciencia ficción, especialmente para los que hayan leído las geniales creaciones de Arthur Clarke como la maravillosa Rama Revelada. Si bien en la obra del padre de la ciencia ficción los personajes tienen una impronta optimista, aunque también están rodeados de un ese inmenso vacío ( espacio negro que habla "del espacio"). En esta admirable pieza ese hueco físico y existencial es interrumpido y acompañado en algunos tramos por algunas luces que “cada tanto” hacen su aparición.
La acústica de la sala Solidaridad del CCC es impecable, junto con una iluminación logran hacer deslizar en la superficie nuevos contornos sin invadir (más bien potenciar) nunca ni el "tema" ni el "conflicto" que lleva adelante esta destacadísima obra.
Las actuaciones de Maia Mónaco como Martín Pavlovsky son sólidas, potentes, creíbles y notablemente construidas. Lo generan desde la apoderación del texto, la musicalidad de sus voces, y lo acicateados que lucen dichos personajes. Crean asi una atmosfera admirable logrando intalar rápidamente la sensación de agobio que a ambos sujetos los gobierna.
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