Críticas de Teatro

El Patio de Atrás: "Los Nadies"

¡Dios salve al capitalismo de los defensores del capitalismo!.  Ayn Rand 
 
Allí están ellos, como anestesiados. Sin más viaje que su propia quietud. Sin horizonte más que sus propias melancólicas miradas. Su mutismo hace evidente que lo rancio los ha colonizado. El afuera los ha rodeado cual musgo a la piedra. Esa realidad que se ha cocinado allí, tras las paredes que los aprisiona, ha puesto de manifiesto un sistema de tal agresividad que no ha hecho más que viciar el aire. Ello ha anquilosado el pasado, aniquilo el presente y borro el futuro como posibilidad de anhelarlo hacia una vida que posea redención, disfrute o al menos dignidad. Así están ellos, como  “Los Nadies” que espléndidamente describiera la pluma de Eduardo Galeano. 
 
“El Patio de Atrás” es una pieza maestra que Carlos Gorostiza (1920-2016), hizo brillar en el firmamento en 1994. La vigorosa, sagaz y brillante escrito puso de manifiesto no solo el estado de situación que el neo-liberalismo -espueleado por EE.UU e Inglaterra rego al mundo-, dejando a su paso un camino desértico, contaminando todo a su paso y seduciendo con su máscara reluciente pero vaciado de la nada misma en su interior. 
 
Lo admirable de esta creación es que la obra tenga aun hoy plena vigencia y vitalidad. No porque el horizonte político sea o no el tema central (aún siendolo). Cualquier mirada o espejo con la realidad circundante de Argentina y el mundo quedan a interpretación de quien asista a ver esta obra. Lo que subyuga de la pieza es la vitalidad artística, la dinámica de sus diálogos, la potencia con la que plasma el magro presente, el ritmo con que se encadenan los hechos. La lucida mirada con que el costumbrismo es puesto de manifiesto, pero que tras el cual se manifiesta la ferocidad de ese nuevo porvenir que marca el paso político de eso que llamamos presente. 
 
La obra se ancla en una familia compuesta por cuatro hermanos que giran en círculo repitiendo situaciones verbales y físicas hasta el infinito. Ellos viven literalmente allí “atrás”. Escondidos, escindidos de eso que se llama “realidad”. Se quieren y por eso se aporrean. Se protegen y aun sabiendo que la transformación se hace evidente, son consciente que “mutar de piel” podría significar su propia aniquilación.  Se preservan de ese afuera que es club de video que con música a todo galope, analfabetismo, extranjerización marca el pulso que se ha  materializado.
 
Natacha Delgado (Dirección) ha tenido un respeto referencial por esta gema. La puesta en escena (notable  diseño escenográfico de Héctor Calmet)  remite a cualquier lugar en decadencia de mucho tiempo a esta parte, aunque bien podría inferirse que lo noventoso es la seña más marcada. Ese otoño recargado en esa casa añeja y con la decadencia materializada en cada lugar del hogar explota a los ojos y pone de manifiesto que la crisis los ha colonizado.  Los cuerpos están literalmente girando en sobre sí mismo  como esa bufanda tejida a destajo y que es la prueba cabal de la disociación entre lo que “les pasa” y lo “que pasa”. Esos cuerpos están anclados mayormente durante todo el periplo. Les pesa esa realidad. Solo la menor de ellos arquea una vitalidad que mayormente luce ausente en sus hermanos.
 
Merece destacarse el diseño de luces (Hector Calmet) y diseño de sonido (Marco Bailo), quienes con sus poderosos pinceles artísticos surcan la poética interior de lo que subyace en las emociones de esta familia.
 
La conexión actoral de los cuatro actores (Rosana López, Ana Estefanía Pasulevicius, Gustavo Reverdito, Miguel Angel Villar), es creíble, poderosa y sin agregados artificiales. Sencillamente funciona. Es mecanismo es la estructura emocional que motoriza la pieza y ese ritmo interior se hace evidente llegando con vigor a los espectadores. 
 
Se dice que el tiempo no existe. Que solo consta en el hombre. Que la divinidad ha creado al hombre para contemplarse a si mismo través de nuestros ojos. Ese mirar queda de golpe impactado cuando el reloj marque ese flecha hacia adelante como mayormente cree el hombre occidental que avanza el tiempo, que los intima en carne y espíritu. Ese instante los interpela con violencia. Los hace conscientes del “como paso el tiempo”. Como ese avión-helicóptero que sintetiza-dispara imágenes a granel en el imaginario político argentino o ese pájaro que ha sido “descuidado” por ellos mismos y que define la mirada política-poética de esta estupenda pieza. 
 
By Hugo Manu Correa 
 
 
Ficha técnico artística
AutoríaCarlos Gorostiza
Actúan: Rosana López, Ana Estefanía Pasulevicius, Gustavo Reverdito, Miguel Angel Villar
Vestuario: Virginia De Los Santos
Diseño de escenografía: Héctor Calmet
Diseño de luces: Héctor Calmet
Diseño De Sonido: Marco Bailo
Realización de escenografia: Lorena Bufidis, Virginia De Los Santos, Edgar Ocampo Orozco
Operación de luces: Fernando Díaz, German Giacalone
Diseño gráfico: Lorena Bufidis
Asistencia de escenario: Martín Portilla
Asistencia de dirección: Roberto Gonzalez Segura
Dirección: Natacha Delgado
Clasificaciones: Teatro, Adultos
 
ANDAMIO ´90
Paraná 660 
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 4373-5670
Entrada: $ 180,00 / $ 120,00 - Domingo - 20:00 hs - Hasta el 30/10/2016