"Oceania": Vínculos Etéreos
- Escrito por Hugo Manu Correa
- Publicado en Teatro / Críticas
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Si hay una palabra que bucea en el universo de “Oceanía” esa es la palabra tiempo. En ella danza-gira-se sumerge esta pieza construyendo un espacio de multiplicidad de sensaciones, con paletas de colores en sus emociones pivoteando como un flipper de agitaciones que rebotan entre sí.
“Oceanía” narra la vida de tres amigos que ya no son lo que eran, aun siéndolos. Se buscan y aun estando en el mismo espacio-tiempo debaten sobre lo que fue y ya no es (¿o si?). Desde allí parte la trama y ese es el trazo grueso sobre el cual navegaran estos tres personajes y es el ecosistema al cual nos invitan a ingresar.
En su textura, está más que disfrutable propuesta (de principio a fin), sutil, fina, -insondable por momentos-, marca su norte y edifica un micro-cosmos de luces, de desencuentros y de desafíos en triple dimensión: para los actores, para la propia propuesta artística y para los espectadores para salir de su zona de un posible confort.
Lo que es un noble riesgo en “Oceanía” es que su arrojo lo hace con naturalidad, sin poses y además sin culpa. La dirección (José Dario Innella) aposto a que sean “chicos bien”, sin las preocupaciones primarias de cualquier ser humano, como si ello fuera justa y únicamente lo primario: Es decir, la obra sale de ese lugar comodidad y que tan legítimamente rinde en el circuito alternativo: esa ideología de estar corridos de eje de la realidad que te impone “el sistema”. Aquí no construye la subjetividad de los tres personajes bajo ese cimiento. Lo deja de lado y apuesta a la búsqueda de otros resortes que son la anemia espiritual. Este “ítems” los acicatea bajo el estandarte de la morbosidad que los lleva a estar tan pegados, creando el espejismo de que ello significa estar juntos. Lo único que motoriza ello es que seguirán –acaso por siempre-, asfixiándose.
Ese mosaico de “encuentros” lo realizan en varios espacios en una puesta en escena que pareciera que los fuera absorber ni bien comienza esta obra de poco más de una hora de duración. Lo que luego ocurre es que la misma es funcional y polisémica. La misma edifica desde lo estético un “mar” de hermosas sensaciones que alimentan el cosmos que estos tres amigos construyen. Un logro especial es que la misma dispara multiplicidad de imágenes sumergiéndonos en algo más que esta propuesta: El séptimo arte aparece en varios pasajes en el horizonte.
Ana Devin (Florencia), Francisco Ortiz (Jano) , Gastón Ré (Nacho), navegan en la misma frecuencia y allí está un logro mayúsculo. Los tres tienen la “misma partitura” en sus giros idiomáticos lo que cual le da aún más credibilidad en su carnadura de amistad. Allí esta no solo el lugar de procedencia desde donde vienen, sino que desde allí construyeron su mirada de la vida que ahora les planto cara. Si debería también acotarse que un mayor caudal de voz le daría un mayor espesor a la propuesta.
“Oceanía”, es un viaje existencialista que no busca hablar desde una supuesta superioridad. No busca manipular las emociones tras la cuarta pared, ni tampoco en qué lugar debe posicionarse el público para juzgar a estos jóvenes. Se corre de allí. Y lo hace con acaso un detalle no menor: lo motorizo con el valor de la palabra, de cierta carga etérea y cada tanto algún fonema nos radariza desde donde vienen, como ese discman que por allí aparece, explicitando un espacio-tiempo que aun los sigue interpelando.
By Hugo Manu Correa