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Críticas de Teatro

La permanente dualidad: La Venus de las pieles

 lavenusdelaspieles1Por Jimena Cecilia Trombetta

La “Venus de las pieles”, una obra con puesta de Claudio Quinteros y Nayla Pose, recorre la teoría de Sacher Masoch, quien exploró las relaciones humanas anclándolas en la sexualidad asexuada de su época, en las retenciones del deseo promovidas por los mandatos sociales, y en la búsqueda del placer de esa suspensión que finaliza en el dolor, ese mismo dolor de la espera. Masoch, quien en la obra  sitúa la disyuntiva del binomio amo-esclavo “martillo o clavo”, se separa del sadismo, y se promueve él hacia la humillación, como el resultado de una crianza puritana, que construye la sexualidad en una lucha de poder perversa donde el deseo del cuerpo se contamina con el dolor: el resultado de la única interacción física establecida por el orden y su correspondiente castigo.

Esta puesta de inacabadas interpretaciones propone un universo complejo que promueve la historia de un hombre de esta época acosado por los fantasmas de mujeres que lo invaden y lo hieren negándoles el acceso sexual a ellas. El portavoz de estas ritualizadas negaciones son acompañadas por siniestras carcajadas y por la consiguiente degradación del personaje de Severino Kusiemski frente al deseo masoquista que tiene hacia Wanda.

 “La Venus de las pieles” se mete en la mente de Leopoldo, para exponer sus fantasías de un modo descarnado y brutal. Así cada actuación logra crear ese mundo de ensoñación infernal. Es allí donde la incorporación del gesto y el rostro puro de "La Venus del espejo" de Tiziano, muestra su contrapartida en el personaje de Wanda, alejando a la misma de cualquier atisbo de inocencia, al mostrar en esas pieles y en su propia piel, un juego perverso que ofrece y niega al mismo tiempo. Ese mismo juego que su interlocutor pide pasivamente, porque no puede romper esa estructura dual.

Esta puesta que toma la sexualidad como eje, propone mucho más, indaga sobre las relaciones políticas, sobre las relaciones que los pueblos tienen con sus gobernantes, las relaciones que en los estados democráticos parecen estar superadas, pero que verdaderamente permanecen con esa misma desigualdad. Asimismo, esa dualidad también es expuesta en el teatro, catárticamente en la posición entre el actor y el espectador. De este modo, la obra arriesga con las emociones que puede desatar en la platea, impactando no sólo sobre su mente, sino también, y por empatía, sobre su cuerpo. Claramente, esta transmisión emotiva se produce gracias a la precisa dirección de Quinteros y Pose, que equilibran los momentos de tensión matizándolos con otras instancias más intelectuales propias de la dramaturgia.

Por estas cuestiones, y agregando la escenografía, el vestuario y la iluminación, la obra asienta un universo que reflexiona sobre la violencia, sobre la sexualidad y sobre las fantasías sacudiendo a la audiencia, generando reflexiones y pensamientos críticos mucho después de haber visto la puesta. Así, la obra, dicho de un modo metafórico, trasciende la característica efímera del teatro,  porque perdura en el tiempo y en la memoria mucho después de haber ingresado a verla.

La Venus de las pieles
Dramaturgia
: Claudio Quinteros
Dirección Claudio Quinteros -Nayla Pose
Asistente de dirección: Jennifer Permuy
Intérpretes: Ramiro Aguayo, Cecilia Belmonte, Ignacio Lehmann, Gina Aiello, Noelia Antunez, Luciano Kaczer, Georgina Hirsch, Alejandra Endler, Mariano Sigal y Paz Rotoni.
Asistente de producción: Noelia Antunez y Alejandra Endler
Realización integral Equipo Teatral El Brio
Prensa: Carolina Alfonso
El Brio, Guatemala 5092, 4-771-7005, Sabados 21:30/23:30