Hidalgo: La historia jamás contada
- Escrito por Erick Estrada
- Publicado en Cine / Críticas
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Luego de ser rector de la Universidad de Michoacán y como castigo por sus ideas progresistas, el cura Miguel Hidalgo es obligado a abandonar a su mujer e hijos y es enviado por la autoridad eclesiástica a un pequeño pueblo. Ahí, en San Felipe Torres, ayuda a los indígenas y monta con sus feligreces la obra “prohibida” de Moliére, “Tartufo”.
Al mismo tiempo se hace enemigo de la facción más tradicional y puritana de la localidad por sus tendencias subversivas y su actitud festiva y crítica, y se convierte en presa de la pasión por una de las mujeres del pueblo. Todos estos elementos van transformando al hombre en el caudillo que finalmente sacrificará su vida por defender sus convicciones.
Revisionismo y Metáfora de la Idiosincracia Mexicana
Crítida de Erick Estrada (Cinegarage)-. Parte de la postura crítica de un país hacia sus héroes y su historia es, sin duda, la desmitificación de los mismos y uno de los personajes al que le urgía un tratamiento así era Miguel Hidalgo. Curiosamente, el acartonamiento del personaje no es culpa del cine que se ha ocupado de él como muchos piensan. En el más famoso acercamiento al cura de parte del cine, La virgen que forjó una patria (México, 1942) el director Julio Bracho muestra, en contra de lo que nos dicta la memoria, a un Hidalgo fiestero, jugador, dicharachero y muy divertido, pero sobre todo, fiel a la historia -y contrariando (quizá sólo en eso) las posturas oficiales sobre el movimiento de independencia- lo lleva a dar el famoso grito de Dolores sin mencionar la palabra “independencia”. Las últimas palabras que lanza ese cura simpático de Bracho son precisas: “Muera el mal gobierno”. A pesar de ello, ese hombre no muestra ninguna de sus contradicciones.
Hoy, cuando México celebra 200 años del llamado Grito, Antonio Serrano entrega el complemento de lo esbozado por Bracho en Hidalgo, la historia jamás contada, que pese a lo sensacionalista del nombre opta por trabajar en zonas menos comprometidas para dibujar buena parte de la idiosincracia de este país y desdibujar la imagen rígida de Hidalgo.
Históricamente, en lo que le toca, la película es muy precisa y justo por eso es que la ficción que construye alrededor de Hidalgo resulta verosimil y aleccionadora en cuanto al ser de los mexicanos. Hidalgo es preseguido y presionado por la iglesia católica del virreynato y él, rebelde y liberal, aguanta como la gente tenía que aguantar en esos tiempos (y quizá como se tiene que aguantar ahora). Su refugio es su vida social (parte medular de la cinta de Serrano) y en ella lo absorbe su pasión por el teatro y por Moliere. El Tartufo, obra marcadamente anticlerical, ocupa su tiempo libre y paso a paso se transforma en una imagen de lo que él mismo está viviendo.
El acierto de la película es el tono pues en un drama muy ligero y volátil (escarceando con la comedia), Serrano desmitifica al hombre que muchos imaginan rompiendo cadenas y liberando presos. Para la película, Hidalgo el hombre es un esclavo de la hipocresía y la traición pero es también víctima de una serie de acontecimientos que nunca anticipó. La excomunión, escenificada en la cinta, es también un despojo del aura que protege al personaje desde que somos niños. El flashback y un montaje casi académico (y por lo mismo, merecedor de reconocimiento) muestran las peleas diarias del personaje contra un mundo mucho menos adelantado que él y el resultado es un Hidalgo con dos caras. La que transformaba a su entorno de manera cotidiana y la que padecía el parto de una nueva sociedad que lo rebasaba. El descontrol de las multitudes, los asesinatos, la luz de su inteligencia y el amor por la vida. El hereje para unos es el santo para otros. Es el hombre valiente de su tiempo y el loco bañado en sangre y en ese balanceo la película habla sí, de un personaje con grandes matices, cierto, pero metafóricamente también lo hace de un país que surgió de ese contexto histórico y que a veces se desconoce a sí mismo y se embeleza con sus cualidades sin autocrítica ni reflexión. Acartonamiento.
Más que de Hidalgo, la película de Serrano habla de un hombre común y, a través de él (y de la divertida manipulación del Tartufo), de un país que necesita revisar sus propios matices para asumir sus errores y modificar su camino en caso de que sea necesario. Lo mejor de todo, insisto, es que gracias al tono de la cinta, a su estupenda manufactura, a las buenas actuaciones (la escenificación final del Tartufo es simplemente genial) nada de esto se vuelve un regaño. Esperemos que la necesidad de autocrítica, -el paralelismo de las instituciones hipócritas de tiempos de Hidalgo con las autoridades actuales, las desigualdades de esos tiempos empatadas con las del nuestro, la pobreza y discriminación- tampoco pasen desapercibidos para el público por las mismas razones.
Hidalgo: La historia jamás contada
TÍTULO ORIGINAL Hidalgo: La historia jamás contada
AÑO: 2010
DURACIÓN: 115 min.
PAÍS: México
DIRECTOR: Antonio Serrano
GUIÓN: Leo Eduardo Mendoza
FOTOGRAFÍA: Emiliano Villanueva
REPARTO: Demián Bichir, Ana de la Reguera, Cecilia Suárez, Miguel Rodarte, Raúl Méndez, Andrés Palacios, Odiseo Bichir, Marco Antonio Treviño, Luis Gerardo Méndez, Ilse Salas, Odiseo Bichir, Silvia Eugenia Derbez, Yurem Rojas, Juan Ignacio Aranda, Juan Carlos Colombo, Gerardo Trejo Luna, Verónica Terán, Eligio Meléndez, Carlos Torres Torrija
PRODUCTORA Astillero Films / 20th Century Fox Latin America
WEB OFICIAL http://www.hidalgolapelicula.com/
GÉNERO Drama | Biográfico. Histórico