Pasiones contrarias
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- Publicado en Teatro / Críticas
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“Esa forma extraña de pasión” de Susana Torres Molina, plantea tres situaciones distintas en dos tiempos y tres espacios diferentes que se relacionan a partir de un mismo tema: la última dictadura argentina. El primer tiempo (el actual) narra las inquietudes de un periodista (Pablo Di Croce), hijo de un desaparecido, que va a entrevistar a una escritora (Adriana Genta) sobreviviente al golpe de estado. Éste primer tiempo y espacio (ya que la acción se desarrolla en la casa de la escritora) se alternan con los otros dos espacios: un hotel y un centro de detención en el año ‘76
Como la puesta en escena intercala estas tres historias desde el recuerdo de la primera, logran vincularse a tal punto que, por momentos, parece ser una sola contada desde dos puntos de vista: el del periodista que imagina la lucha de su padre (éste interactúa con el fragmento de obra que narra la resistencia de dos militantes [Béla Arnau y Fiorella Cominetti] en un hotel) y la memoria de la escritora que se niega a decir ciertas cosas (ella se relaciona, en breves instantes, con la parte que cuenta la detención de una mujer [Gabi Saidón] en un centro clandestino y su relación con sus represores [Emiliano Díaz y Santiago Schefer]).
La obra muestra una etapa no cicatrizada, y la expone con sus contradicciones, con sus extrañas pasiones. Por eso mira el vínculo entre la detenida y su represor, la relación que tiene la escritora entre el pasado y lo que escribe, y la lucha interna sobre la vida y la muerte de una pequeña burguesa. Y entonces, se produce la conexión entre todos los personajes mientras se alternan temporalmente las escenas, porque, a fin de cuenta, éstas relaciones son un ejemplo de tantas otras que se produjeron en aquella época.