La Respiración
- Escrito por Hugo Manu Correa
- Publicado en Teatro / Críticas
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La soledad la consume. El hastío propio y de cuanto la rodea la desborda. Su ideario de vida se ha hecho trizas. Su dogma la tiene aprisionada. Solo se comunica con su madre quien con mas deportividad le hace slalon a la realidad que las rodea. La insistencia de su progenitora da resultados cuando la joven accede ir a una clase de un instructor de yoga. Allí comenzara la obra a interconectar un tsunami de situaciones que se arquean en el aire para armar un puzzle de situaciones tan disparatas como entretenidas.
“La Respiración” esta atiborrada de palabras. La pieza tiene su eje en dos placas tectonicas bien delimitadas. El dogma de una mujer sociedad costumbrista que es devorada por la angustia y la melancolía. Por el otro lado, ese costado que el positivismo de la sociedad contemporánea explota con la plasticidad de un orfebre: lo Pop- lo UP - lo de romper tabúes - de esconder la tristeza y-o tortedad - de la acción por encima de laintrospección-contemplación -
La obra de Alfredo Sanzol tiene una magistral destreza (dirección de Lautaro Perotti) - esa marca tal bien articulada y patentizada por Claudio Tolcachir-, que es la naturalidad en los diálogos. Son el hormigón de la obra. Los feroces y dinámicos escarceos en los vínculos con la palabra es la pieza central de la pieza en cuento al entretenimiento en si. Ese logro se admira por la destreza con que es articulado. La plasticidad interior con que se vinculan son los mastices propios que tienen las traisiciones que los gobierna en su interior. La obra tiene en este logro un brillo que no encandila, no enceguece, no empalaga. El logro esta en que alumbra.
La obra de poco mas de una hora de duración bien su poder en que ella ingresa a un espiral que poco a poco la va carcomiendo y travistiendo en su subjetividad. Terminará saltando por los aires todos sus tabúes que la tenían asfixiada. Lo sexual y el erotismo son los dos caballos que tiran de ella para vincularse con tres hombres que a su vez se se arquean con mucha destreza en este arte con otras mujeres.
La obra juega con esa deformación exagerada hasta el paroxismo para mostrar y poner en superficie de que va la sociedad actual. No emite juicio ni legisla. Solo lo muestra y en ese juego la pintura que recrea gana con creces dado que el artificio esta alejado de lo solemne. La obra no se instala en el lugar “importante” para hablar de ese retrato que es el estado de cocción en el cual esta la sociedad actual. Basta con mostrar. Basta con poner en superficie con que armas se defienden hoy en día un sector cada vez mas creciente de ella. Basta con “ver” lo que "no" muestra la obra para ver lo que enuncia.
La pieza es un fresco de esta sociedad en general en occidente. No obstante, tiene su epicentro en Bayres. Ciudad del vértigo por el vértigo mismo. Del parloteo constante. De esa pirotecnia verbal que divorcia al ser de su propio ente. De ese desquicio que se advierte en ella que habla con una inercia que contamina a personas tan estrelladas como dolientes de lo que les toca en suerte vivir. Personas que están fuera de eje. Que están por la banquina. Que son espectadores de su propia vida. Que caminan de manera oblicua su vivir.
Schopenhauer y Nietzsche coincidieron que en el hombre la razón, la subjetividad y laauto conciencia son fenómenos secundarios, ya que estos son gobernados por la pulsión inconsciente y su exigencia ciega de sublimación. Y esta sublimación encuentra su cauce en el hombre en el deseo erotico del cual es víctima. “La respiración”, pareciera poner sus velas para ese lado donde soplo el viento de tan geniales filosofos. Cierto o no, la obra tiene mucho de pulsión, de sublimación, de desparpajo, de desfachatez y de una altísima factura actoral. Todos estos elementos se condensan con solvencia dada la presicion quirúrgica de una obra que se disfruta como el mejor vino en un atardecer.
Hugo Manu Correa
Ficha técnico artística
Dramaturgia:
Alfredo Sanzol
Actúan:
Mario Bodega, María De Pablo, María Fiorentino, Juan Guilera, Federico Liss, Julieta Vallina
Vestuario:
Cinthia Guerra
Escenografía:
Lautaro Perotti
Diseño de luces:
Ricardo Sica
Música:
Nicolas Benitez, Francisco Castro Pizzo
Fotografía:
Francisco Castro Pizzo
Asistencia de dirección:
María García De Oteyza
Prensa:
Marisol Cambre
Producción:
Maxime Seugé, Jonathan Zak
Dirección:
Lautaro Perotti