"Spectre": Dios nos libre
- Escrito por Wanchope
- Publicado en Cine / Críticas
- tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente
- Imprimir
¿Es usted un fan confeso de la figura de James Bond? Si la respuesta es sí, posiblemente esta vigésimocuarta película de la franquicia "oficial" le decepcione entre poco, algo menos y muy poco. Apenas. Si por el contrario la respuesta es no, es posible que no pueda pasar por alto, no con tanta alegría o desinterés al menos, tanto sus debilidades como película así como, sobre todo, las licencias que el agente 007 se toma en nombre de la Reina de Inglaterra. Porque no hay peor enemigo para Bond... que el propio Bond, en realidad, lo interprete quién lo interprete.
El problema de 'SPECTRE' es que se trata de una película de Bond, afirmación que por supuesto no compartirán los fans de un personaje hacia el que, personalmente, y por si se lo preguntan, no siento ni más ni menos respeto que el que se merece... que no es ni mucho ni poco. Y es que si bien las numerosas referencias a la historia de la franquicia harán las delicias de los fans, no cabe duda, estas se sienten a su vez y en exceso como el bloque de hormigón que, atado a una cadena, impiden que la película consiga salir a la superficie. Dicho de otra manera más clara pero a la vez más confusa, las pretensiones de 'SPECTRE' como película están pervertidas por sus obligaciones como franquicia.
Es cierto que puede sonar algo estúpido, pero también y como se demostró en el título anterior de la franquicia, sin ir más lejos, que las posibilidades que ofrece contar con un Sam Mendes no son las mismas que las de contar con un John Glen. Esto es, y posiblemente lo más difícil, el delicado equilibrio entre el pasado y el futuro; la herencia y la innovación; el deber y la devoción. Si ahí es dónde triunfaron 'Casino Royale' o 'Skyfall', por no cambiar de Bond (que mis conocimientos son limitados), 'SPECTRE' fracasa a la hora de reafirmar a Bond como el referente que la historia del siglo pasado asegura que es, permitiendo que, por ejemplo y sin perder la sonrisa, un alumno suyo llamado Ethan Hunt le de lecciones.
Curioso que 'Misión Imposible: Nación secreta' se haya estrenado antes y no después, tal y como hubiera sucedido de no haber mediado la Fuerza. El alumno convertido en maestro, y el Aston Martin adelantado por la derecha: no es sólo que 'SPECTRE' no funcione fuera del contexto de Bond, sino que sus intentos de modernización chocan, precisamente, con un modelo de una libertad en apariencia muy relativa. El ejemplo más claro lo tenemos en el Q de Ben Whishaw, convertido aquí en una especie de reverberación del Benji Dunn de Simon Pegg procedente de otra franquicia que, parece, haber entendido algo mejor como funciona la cinematografía actual (y sin necesidad alguna de mencionar a Nolan).
Bond engulle a Mendes en un largo, larguísimo y a la postre cansino amago con aroma a déjá vu en dónde pocas cosas, casi ninguna, lucen como nuevas y sobre todo muchas, casi todas, carecen de un valor distintivo real. Y el arquetipo lo sirve el clásico villano encarnado por un no menos "clásico" Christoph Waltz. Tan obvio, tan previsible; tan correcto como a la vez poco significativo. Siempre a la sombra de una iconografía de cuyas bondades vive, como vivirán los fans sin que podamos culparles, Dios nos libre, pero que resulta a todas luces un argumento insuficiente tras dos injustificables horas y media de tragedia griega que encima transmiten una sensación manifiesta de estar dilapidadas (y muy mal rematadas).
Un Bond que no quiere ser Bond sin dejar de serlo, en un acto de populismo que no logra enmascarar su cariz conservador, su soberbia mal encajada y un guión necesitado más de amor que de tanto respeto. Este nuevo Bond, sencillamente, no encuentra el equilibrio necesario. Bond está ahí, y la película también, en alguna parte. Pero al mismo tiempo poco hay de lo que, fuera del "parche" que puede suponer el respeto poco condicional, hablar convenientemente, siquiera de sus escenas de acción. Todo recuerda, remite a otro y/u otra cosa. Y de tal manera que, para esto, para esta indiferencia catártica y un sentido del espectáculo tan diluido, casi mejor que nos quedábamos con la sorna de Pierce Brosnan.