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Críticas de Teatro

¡Atención!

niniosdellimbo ¿Quienes son los niños del limbo? ¿Quienes han quedado desprotegidos frente al sector del mundo que les niega su espacio? ¿Por qué un mundo imaginario entraría en desuso? ¿Por qué sería anulado por decreto? Y entonces, hoy ¿dónde resisten los niños del limbo? ¿Hasta qué punto podrán mantener su imaginación intacta frente a los hechos de la realidad? ¿Hasta qué punto podrán alimentar esa realidad para modificarla? Estas preguntas parten casualmente de “Niños del limbo”, la comedia que Andrea Garrote lleva a escena todos los sábados y domingos en El camarín de las musas.

“Niños del limbo” compone su trama desde un taller literario a cargo de Martina (Andrea Garrote), una profesora de literatura que ubica su modo de ver en las historias, metáforas y pensamientos que ofrecen un millar de libros ubicados en su living.

A ese taller se le suma un grupo particular compuesto por Oscar (Mariano Sayavedra), Carmen (Amanda Busnelli), Leonel (Alejandro Zingman), Ángel (Javier Rodríguez), Diego/Darío (Guillermo Jacubowicz) y el “tío” (Alejandro Pérez) del último. Cada uno de ellos, se irá vinculando con el otro desde los argumentos que encuentran en libros como “Las flores del mal” de Charles Baudelaire, “El agente secreto” de  Joseph Conrad y “El príncipe y el mendigo” de Mark Twain.

Si bien la obra hace interactuar el mundo imaginario que cita con el mundo real de los personajes, lo hace con tanta ironía que se puede leer en el mundo imaginario de Andrea Garrote, una crítica sobre esos personajes, que se inyectan y evaden en la literatura, sin prestar demasiada atención a aquellos hechos de la realidad. Esta obra realiza una crítica al pequeño recorte de académicos que, envueltos en un mundo de fantasías, no encuentran luz, ni les importa detenerse a pensar los acontecimientos más cercanos.

Entonces, este mundo posible, que la directora y autora crea, es un llamado de atención que nos  hace retornar desde ese mismo mundo posible al mundo real. Y lo hace ubicando su punto de vista en Leonel, (el hijo autista de Carmen) al darle la tarea de señalar que se está en el teatro. Así Leonel observa, explica y critica su  falta de texto,  la escenografía y la distribución espacial. Y también lo expone en distintos elementos escenográficos que simbolizan la evasión y lo ficcional, tales como la correa rota de la ventana- que no deja entrar la luz- y la biblioteca compuesta por libros simulados.

Pero a pesar de los intentos de Martina de evadir la realidad, ésta invade su templo de cristal llamándole la atención a ella y a todos los que en el teatro intentaron introducirse en la historia olvidando que estaban allí: otro mundo imaginario.