El tema es el parricidio. Este disparador oscuro es luminosamente tratado.  La pieza se mete en el nucleo de problema pero lo hace escindido de sentencias reveladoras. No camina rumiendo en los rincones. No se queja. Mira al problema de pie. Es un prospecto que propone. Valla si lo hace. 

Y lo logra a través de una filosofía cenital que ofrece no centrarse en el que, sino en el porque. No juzga, comprende. No aplasta, libera. No vomita, sino que su psicoanalizada mirada,  ofrece alternativas que permiten sacar el látigo que castiga con el dogma moral. 

Sergio Blanco escribio la pieza inspirada en el legendario mito de Edipo Rey, en la vida del santo europeo del siglo IV San Martín y en un expediente jurídico creado e imaginado por el propio Blanco en el cual se narra el juicio de un joven parricida llamado Martín Santos. Apareceran en el brevario nombres como Sofocles, Dotovieski, Freud ( y mas), quienes servirán para sustentar con mas riqueza la propuesta. No aparecen para rendirles pleitesía, o para darles un lustre de museo, sino que encajan a la perfección con los temas tratados. Estan al servicio de la trama. 

El dramaturgo (Lautaro Perotti), buscara entender que fue lo que motivo al joven asesinar a su padre. Mantendran varios encuentros, siempre en una cancha de básquet de una prisión como escenario. 

Lautaro Perotti, sera quien lleve el la punta de lanza de la obra. Narra la obra interpretando al dramaturgo. Relata a publico de que va la cuestión. Interactúa con el joven prisionero (Gerardo Otero). Al mismo tiempo la obra nos ofrece una pincelada de como el joven actor se desdobla en la preparación del bravo  personaje que tiene que encarnar: Actor elegido en el casting y el propio asesino encarcelado. 

Tebas Land irá preocupándose no tanto de la reconstrucción del crimen, sino de la representación escénica (Gonzalo Córdoba Estévez), de los encuentros entre ambos personajes. Para ello la obra cristaliza un dispositivo anclado mayormente en tres  vertices: cancha de basquet, mesa con los elementos a trabajar y una pizarra donde se visualiza el trabajo del dramaturgo.

La obra logra tan grado de ensamble con los frentes que abre que logra cautivar por la brillantes con la cual lo logra: Solvencias actorales de Lautaro Perotti y Gerardo Otero, quienes se apropian de sus personajes con vigor admirable. Las transiciones tienen tal grado de riqueza que encandila. El vinculo entre ambos en todos los combos que ofrece es un trapecio que se arquea, y cuando cae, siempre lo hace con una presicion artística estupenda. 

Un detalle que merece destacarse, es la presicion y naturalidad ¨gramatical¨, en la cual ambos actores matizan sus infleciones en el decir. Cada vocablo articulado lleva consigo no solo el ecosistema cultural de cada uno de los seres que encarnan, sino que ademas le adosan el sentimiento que los corroe en el carne y espíritu. Lautaro Perotti logra una riqueza exquisita al plasmar la narracion a cuarta pared dandole mas brillo a esta verdadera gema teatral. 

La dirección (Corina Fiorillo), plasmo un ejercicio teatral que entre-tiene. Entre los tiempos de la obra, uno esta atrapado por el relato, por el vinculo que se genera, por como llena los ojos el dispositivo escénico, por la voracidad con la cual los interpretes tiene asimilado el tema. Literalmente ¨se comen la cancha¨. La musica que aparece en pocos pero precisos instantes sube la espuma de una obra cuya cosmovision deja la epidermis arrasada. 

By Hugo Manu Correa